Sin centro
Cuatro mujeres y un hombre monologan en el primer segmento de la velada; ellas abandonan los tacones; él lleva pantalón tuxedo y Adidas de serie. Luego empiezan los dúos, los contactos improductivos: la improvisación no lleva a buen puerto. Puede que estos jóvenes de irregular preparación sientan que tienen cosas que decir y comunicar, pero es exagerado que se autoproclamen coreógrafos. ¿Es esto coreografiar? No lo es: se trata de taller. Supongo que los impulsa una autoestima avalada por el narcisismo inherente al bailarín, al que se expresa con su cuerpo. Pero no es justo dar lo visto por espectáculo, no está clara ni la fórmula ni el proceso. Los que están sobre la escena se aferran a una clave estética y de búsqueda vencida y superada. El ambiente de hastío, incomunicación y lucha no establece una consecución de las escenas, sino que las cercena.
Experiencia [s]
Compañía Erre que Erre. Coreografía y baile: Teresa Navarrete, Marina Serrano, Mario G. Sáez, María Ángeles G. Angulo y Susana Castro. Música: David Crespo (Grupo Balago). La Casa Encendida, Madrid, 26 de noviembre.
Lo mejor, con diferencia, es la música. A veces más lírica, otras más cañera, en todos los segmentos hay potencia y motivaciones, especialmente cuando Crespo mezcla voces y cuerdas, o en las obsesivas repeticiones inundando el espacio de una respiración poética que los bailarines no asumen en la ejecución, empeñados en mirarse retadoramente entre sí o al público, buscando una complicidad que no se establece.
La carencia de estructura hace ver otra falta mayor: la del coreógrafo con distancia del material, con voz que diseñe esos materiales sin peso, y aunque ellos persigan ese enojoso "sin canto, sin orden, sin destino", apenas lo vemos en la escena donde se juega a los bolos con una lombarda. No es que sea más fácil lo que vemos, sino que nada cobra sentido desde la abstracción.
Volviendo al tema de la música hay que decir que esos sonidos electrónicos y sus variantes electroacústicas sí funcionan eficazmente cuando encuentran en el baile una orgánica y productiva respuesta.
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