Rarezas francesas
La Orquesta de la Comunidad de Madrid se ha dado cuenta de que una programación original es la mejor forma de hacerse camino en una ciudad con dura competencia sinfónica, y cumple con su criterio hasta cuando invita. Por eso ha traído a la Orquesta de Lorraine, con sede en Metz, para hacer un programa francés de los que no se escuchan nunca, con lo que ha revelado a su público fiel músicas raras y hermosas, músicas que fueron muy importantes en su momento y que hoy han quedado fuera del repertorio sin que sepamos muy bien por qué.
Y empezaron con La péri, de Paul Dukas -del que se echa de menos también su magnífica sinfonía-, de la que queda en la memoria del aficionado su fanfarria inicial, tan radiofónica, pero cuya parte mollar es ese Poema danzado que revela la sabiduría de un músico siempre en estado de reivindicación, por el que dan la cara críticos de la categoría de un Harry Halbreich. Para el oyente español, el encuentro con la pieza tiene el valor añadido de comprobar su influencia en Falla, que coincidió con Dukas en París -los dos compartían, además, una extraña relación con la obra propia-, demasiado a menudo soslayada por la importancia dada al elemento nacionalista. Después vinieron los Poemas para mí, de Olivier Messiaen, que en su versión orquestal gana, sin duda, con respecto a la pianística, aunque sea precisamente la orquesta la que le ponga las cosas más difíciles a la voz, y no sólo porque el músico genial fuera un poeta bastante mediano. En la mezcla de exaltación del amor y del sacramento, la joven soprano Katarina Jovanovich -que sustituía a la anunciada Nora Amsellem, triunfadora el año pasado en el Real- se defendió con entereza. Su voz no es muy grande, lo que resulta un inconveniente con semejante telón sonoro, pero sí posee un espectro suficiente como para moverse con cierta soltura por los extremos que se le piden a su tesitura. En todo caso fue una buena versión y hay que apuntar en el haber de la cantante el haberse enfrentado a semejante partitura.
Orquesta de Lorraine
Jacques Mercier, director. Katarina Jovanovich, soprano. Obras de Dukas, Messiaen y Schmitt. Auditorio Nacional, 27 de noviembre.
Originalidad
La segunda parte la ocupó la suite de La leyenda de Salomé, de Florent Schmitt -una pena que no se diera la versión original-, esa música que entusiasmó al joven Stravinski ("Dios mío, qué belleza, es una de las obras maestras de la música moderna", escribió al autor) con ese hallazgo del tema principal a cargo del corno inglés, que revela la originalidad de un compositor que no merece el olvido.
La Orquesta de Lorraine, producto de la implantación de orquestas regionales emprendida en Francia por Marcel Landowski en los años sesenta y setenta, es una formación muy sólida, y su director, Jacques Mercier, un excelente maestro. Sus versiones fueron algo más que idiomáticas, y la velada, por todo, un grato descubrimiento.
Babelia
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