Las maniobras de un tránsfuga
El alcalde de León alega que ayudó a buscar trabajo a De Francisco sin sospechar que era "una trampa"
La jugada ya estaba hecha y sólo faltaba dar una última instrucción: "Y cuando pregunten dónde estoy, tú diles que preparando la matanza...". Era sábado 20 de noviembre y José María Rodríguez de Francisco se despedía con esa frase de Covadonga Soto, su amiga y compañera de partido, la mujer con la que en las últimas semanas había urdido una compleja trama para quitarle al PSOE la alcaldía de León y otorgársela de nuevo al PP. Se había tratado de una operación difícil, por cuanto De Francisco -de 54 años, abogado de profesión y fundador hace 13 años de un partido regionalista llamado Unión del Pueblo Leonés- se había labrado a pulso una fama de personaje furibundo, propenso al insulto, la amenaza y los cambios de chaqueta.
"Me dijo que quería irse de la ciudad, que intentara echarle una mano", dice Fernández
Sin embargo, la peculiar situación política de León, donde en sólo una ocasión un partido pudo gobernar la ciudad con mayoría absoluta (el PP, de 1995 a 1999), le había venido confiriendo a De Francisco un papel de árbitro y juez, de hacedor y deshacedor de mayorías. De 1999 a 2003, sostuvo en el cargo al alcalde del PP Mario Amilivia, quien tuvo que aguantar un día sí y otro también que su socio de conveniencia le llamara en público "títere, acomplejado, desequilibrado" y otros insultos de mayor octanaje. Las municipales del 2003 volvieron a situar al PP como partido más votado, pero sin mayoría suficiente, y las cosas ya no estaban como para que Amilivia intentara de nuevo una alianza con De Francisco. Así que el PSOE, que nunca había mandado en León más allá de unos meses -Gregorio Pérez de Lera ganó en 1979, pero se impugnaron las elecciones y perdió la alcaldía- cayó en la tentación y pactó con De Francisco.
Y lo cierto es que todo iba muy bien. El alcalde socialista, Francisco Fernández, había conseguido establecer una buena relación personal con el otrora político tronante y el Ayuntamiento de los líos parecía una balsa de aceite. De hecho, el 22 de marzo, una semana y un día después de ser elegido presidente, José Luis Rodríguez Zapatero regresó a la ciudad que le vio crecer y fue recibido con honores de héroe. El ex alcalde del PP Mario Amilivia lo abrazó como si hubiera metido un gol y José María Rodríguez de Francisco exhibió su mejor sonrisa cuando Zapatero, con el micrófono abierto, le dijo con cariño: "Chema, espero que sigas siendo bueno...".
Pero la espera fue en vano. Dos meses después, De Francisco entraba en una de sus etapas más convulsas: se peleó con el partido que él mismo fundó, dio un portazo y se fue de la UPL, no sin antes romper un ordenador y dedicar a sus compañeros frases del tipo "no hay cosa peor que nacer entre boñigas y que a uno lo hagan canónigo". Eso sí, no renunció a ninguno de sus tres cargos: concejal de León, procurador regional y consejero de Caja España. O lo que es lo mismo: no renunció a más de 14.000 euros al mes. Sin embargo, las cosas empezaron a torcérsele en lo económico y también en lo político. Por un lado, sus ex compañeros de la UPL propusieron a las Cortes de Castilla y León que le retiraran la asignación y, por otro, sus votos ya no eran tan importantes en el Ayuntamiento de León. Al PSOE le bastaba con el apoyo de los tres concejales de la UPL que quedaban para seguir con la legislatura adelante. Mientras, tanto él como Covadonga Soto eran considerados "concejales no adscritos", que es una forma diplomática de llamar a los tránsfugas. Sin partido, sin sueldo y sin poder, había que hacer algo.
La estrategia arrancó hará cosa de un mes. Una noche de octubre, Francisco Fernández, el alcalde socialista, se encontró con De Francisco a la salida del Ayuntamiento y caminaron juntos durante un rato. El concejal se mostró muy deprimido. "Me dijo", desvela el alcalde, "que estaba harto de la ciudad, que tenía la sensación de haber tirado a la basura tantos años que llevaba luchando por ella. Me aseguró que si le saliera un trabajo fuera, se iría. Me dijo: 'si me echaras una mano como el PP se la echó a Cecilio Vallejo [el anterior concejal de Urbanismo], me iría. A ver si te enteras de algo, Paco'. Le dije", continúa el alcalde, "que miraría a ver qué podía hacer y nos despedimos". Francisco Fernández planteó la cuestión en la sede local del PSOE. "Eso fue todo lo que hice", concluye el alcalde, "y no tengo nada que ocultar. Me pareció que estaba pasando un momento de agobio personal, que quería marcharse. No pensé que fuese una trampa".
A partir de entonces, según el alcalde, todas las noticias le fueron llegando a través del propio De Francisco. "Me dijo que se había reunido en Madrid con el presidente de Ebro-Puleva y que le había hecho una oferta, pero que no le parecía mucho dinero y se lo estaba pensando".
El fin de semana pasado, la jugada ya estaba hecha. De Francisco compareció ante los periodistas para decir: "Me ofrecieron un contrato de 150.000 euros al año hasta mi jubilación para dejar de ser concejal. Pero yo no me voy de León bajo ningún concepto ni por ningún dinero". A continuación, anunció que tanto él como Covadonga Soto apoyarían una moción de censura del PP para quitarle la alcaldía al PSOE. Luego, desapareció de la ciudad. El lunes, cuando le preguntaron a Covadonga Soto dónde estaba su jefe, la respuesta no podía ser otra: "Preparando la matanza...".
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