El cazador cazado
Inglaterra ha vivido estas semanas una convulsión sólo comparable a la generada por la guerra de Irak: la caza del zorro a caballo con podencos y de cualquier otro mamífero silvestre, como ciervos, liebres o visones. Donde unos ven un deporte legendario que engarza al hombre con la naturaleza, otros ven una diversión sanguinaria e indigna. Inglaterra está dividida, pero no es fácil decir quién está a cada lado de la frontera. La Alianza Campesina, el poderoso lobby de los cazadores, ha presentado la batalla como un enfrentamiento entre el campo y la ciudad, un agravio para una minoría rural incomprendida por la mayoría urbana. Neil Ward, profesor de la Universidad de Newcastle, experto en conflicto y cambio social en la sociedad rural, pone en duda esa visión: "Está en cuestión si la caza del zorro es realmente importante para la vida rural inglesa, aunque desde luego es muy importante para la gente que participa en la caza".
Donde unos ven un deporte legendario que engarza al hombre con la naturaleza, otros ven tan sólo una diversión sanguinaria e indigna
Sólo entre 6.000 y 8.000 personas trabajan directamente en la caza del zorro con podencos, y no todos esos empleos se perderían con la prohibición
Tradición y modernidad
"El enfrentamiento político en torno a la caza es en realidad un choque acerca de las ideas sobre la sociedad moderna y la sociedad tradicional que se acentuó con la llegada de los laboristas al poder en 1997", asegura. "Los tories tienen un especial interés en conservar el pasado, en conservar aspectos tradicionales de la identidad nacional y también de la identidad rural. Los laboristas se identifican más con la modernización, con renovar, cambiar, reformar las instituciones tradicionales. Es un choque de ideas entre modernidad y tradición".
Los primeros intentos por prohibir la caza del zorro se remontan a 1949. En los años setenta, el debate se centró en la utilidad de la caza para controlar la especie, pero los estudios acabaron demostrando que esa utilidad se reducía a unas pocas zonas, principalmente en Gales. Luego se ha desplazado a su importancia económica. Las investigaciones independientes de los últimos años estiman que sólo entre 6.000 y 8.000 personas trabajan directamente en la caza del zorro con podencos, y no todos esos empleos se perderían con la prohibición.
"Más recientemente el debate se ha desplazado hacia la cuestión de las libertades civiles y si es o no asunto del Estado interferir en una práctica social y cultural de una minoría de la población. En particular cuando la caza es una práctica muy importante en términos de identidad social y comunitaria", explica el profesor Ward. "Yo nunca he sido cazador, pero entiendo que los cazadores encuentren en ello un gran placer y que estén muy enfadados porque creen que los diputados que han decidido prohibirla no entienden verdaderamente qué significa la caza".
Roger Scruton, pensador y empresario agrícola, denuncia el imperio de la mayoría sobre la minoría: "En nuestra Constitución no hay ningún artículo que ponga límites a la legislación que puede ser aprobada por el Parlamento. En el pasado existía una convención, una aceptación general sobre en qué asuntos no era apropiado legislar, pero todas esas convenciones se han desmoronado y nadie sabe si el Parlamento tiene derecho a legislar o no sobre esos asuntos. Hasta cierto punto eso cuestiona profundamente la democracia, aunque no si es antidemocrático".
Scruton asegura que detrás de la prohibición se esconde "un gran deseo de echar a perder un deleite de la clase alta porque se ha hecho una asociación histórica entre la caza del zorro y la clase alta terrateniente", aunque admite que "también está el factor de los movimientos de los derechos de los animales, que está ganando mucho terreno no sólo en Inglaterra, sino en todas partes".
El doctor Garry Marvin, antropólogo y sociólogo de la Universidad de Roehampton, es un experto en las relaciones entre el hombre y los animales y lleva 10 años estudiando el fenómeno de la caza del zorro. "Me parece que los ataques a la caza del zorro se producen sobre todo de dos maneras. Una, creo que la menos extendida, está relacionada con el bienestar de los animales. La otra tiene que ver con quién creen los oponentes que son los cazadores". "Está muy extendida la creencia de que la única gente que va a cazar es la élite rural, lo que en España llamarían los señoritos. Pero no hay absolutamente ninguna evidencia de ningún tipo, ni siquiera en términos estadísticos, sobre quién va a cazar. No hay ni un sola cifra, pero mis investigaciones me hacen pensar que la caza del zorro es una actividad mucho más inclusiva de lo que sus oponentes creen".
"Los que van a cazar lo hacen por un gran número de complejas razones conectadas con la tradición, amor del paisaje, su relación con los caballos, con los cotos de caza", asegura. "Hay una conexión emocional muy profunda, muy arraigada, con el campo. La caza del zorro no tiene nada que ver con el placer de matar zorros. Eso sería como decir que los españoles van a los toros por el placer de ver matar el toro. Ese no es el caso en absoluto. Los toros mueren en las corridas, los zorros mueren en la caza, pero es la manera en que se relacionan el torero con el toro y los cazadores con los zorros lo que hace de eso un acontecimiento rico y único".
Darren Hughes, portavoz de la Alianza del Campo, vislumbra un movimiento de desobediencia civil en el horizonte. "Al margen de lo que la Alianza del Campo pueda decir, hay ya 50.000 personas que han firmado una declaración en la que dicen que desobedecerán la ley", advierte.
"Matar o torturar animales por placer es repugnante"
TONY BANKS, DIPUTADO LABORISTA de 61 años, acaba de anunciar su retirada del Parlamento porque ya ha visto cumplido su gran objetivo político: ver prohibida la caza del zorro.
Bienestar animal. "Soy de los que tienen una postura rotunda en esto: hay que parar a todos los que matan o torturan animales por placer o diversión porque es repugnante y moralmente equivocado, incluidas las corridas de toros". ¿También la pesca? "Probablemente hay un elemento de crueldad en la pesca, pero la gente no tortura y mata peces por placer. Yo solía pescar, aunque ya no lo hago porque mi mente ha evolucionado y me ha llevado a dejar de hacerlo, pero el pescador devuelve el pez al agua o lo guarda para comerlo. Yo soy vegetariano, pero puedo entender que la gente mate animales para comer".
Guerra campo-ciudad. "Eso es un camelo, propaganda. Hay más diputados laboristas que tories en las zonas rurales. Yo he recibido cientos de cartas de gente del campo a los que les desagrada la caza. La idea de que esto es una guerra entre el campo y la ciudad es propaganda".
Contra la aristocracia. "Un camelo aún más grande. Cuando empecé esta campaña me dijeron que tendría en contra a muchos mineros porque entonces los mineros tenían sociedades de cazadores. No es una cuestión de clases. Ni la moral ni el bienestar de los animales tienen nada que ver con la clase social. Me da lo mismo si un cazador es miembro del sindicato de Transportes, vota laborista y apoya a mi equipo favorito, el Chelsea; seguiré utilizando mi voto para impedir que siga cazando".
Imperio de la mayoría. "Hay un cierto número de actividades minoritarias aviesas que no se justifican con el argumento de que hay que respetar las actividades de la minoría".
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