Objetos sobre el pedestal
Analizar las formas de tratamiento de los objetos en el arte contemporáneo en los últimos 40 años es el ambicioso objetivo de El estado de las cosas, una exposición que nos enseña cómo los objetos pueden llegar a convertirse en obras de arte o integrarse en las mismas. El primer paso lo dio Marcel Duchamp en 1917 cuando convirtió un urinario en una pieza artística con la decisión de sacarlo de su contexto habitual y colocarlo sobre una peana. Hay quien dota a los objetos de memoria, quien los reinventa tras su uso y otros que los utilizan para desacralizar la obra de arte y convertirla en producto.
¿Cuál es la delgada línea
EL ESTADO DE LAS COSAS
Museo Marco
Príncipe, 54. Vigo
Hasta el 9 de enero de 2005
que separa a un objeto común de la obra de arte? Esta pregunta subyace en muchas de las obras de una muestra que tiene como referente la escultura y el modo en que esta disciplina ha asimilado que objetos de todo tipo se hayan subido al pedestal o acaben extendiéndose por los suelos, paredes o techos de los museos. La pieza del hall central es una escultura del francés Daniel Firman, que está compuesta por la figura de un hombre enterrado bajo una montaña de objetos de escasa calidad. Podría sintetizar las dificultades que tienen los artistas de hoy para convertir a los objetos en elementos de trabajo, en un mundo que se caracteriza por usar cosas con una vida útil más bien limitada.
Hay quien los convierte en máquinas disparatadas (Jean-Michel Sanejouand Panamarenko, Richard Baquié), otros hacen hincapié en el modo de presentación de los mismos (Bertrand Lavier, Thomas Huber, Christian Boltanski, Jean-Luc Vilmouth) y algunos recurren al absurdo e introducen objetos en contextos poco apropiados (Erwin Wurm, Ben, Joan Brossa, Erik Dietman).
La exposición dedica apartados a dos artistas que realizaron una aportación especial para la integración artística del objeto cotidiano, Joan Brossa y Juan Muñoz. El primero transformaba los objetos en poemas o metáforas y creaba piezas con una fuerte carga visual y poética. Muñoz se valía de elementos arquitectónicos como escaleras o balcones para crear una escenificación teatral en la que los objetos parecen estar esperando la aparición de los actores. Muchas de las obras exhibidas permiten a los objetos conservar parte de sus características originales, aunque en algunos casos éstas son ligeramente alteradas y la pieza resultante acaba por tener un significado distinto al inicial. Así ocurre con las obras del alemán Hans Haacke, que usa un bidón de petróleo y una antena para denunciar la manipulación en los medios de comunicación. El belga Wim Delvoye se burla del gusto de sus compatriotas al transformar una hormigonera en una talla de arte flamenco. Por una vez se invierte el procesol y el objeto se disfraza de obra de arte para poner en evidencia nuestros presupuestos estéticos.
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