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LA VISITA DEL PRESIDENTE VENEZOLANO

El encuentro del embajador español con Carmona desató la protesta

La entrevista del entonces embajador español en Caracas, Manuel Viturro, acompañado de su colega de EE UU, Charles Shapiro, al líder golpista, Pedro Carmona, el 13 de abril de 2002, mientras el presidente constitucional, Hugo Chávez, seguía confinado en la isla de La Orchila, fue la causa de las polémicas en Venezuela y, en general, en América Latina, acerca de la posición del Gobierno de Madrid en aquellos días.

El entonces vicepresidente chavista, Tarik William, denunció, en cuanto pasó la intentona, que el Gobierno de José María Aznar la había apoyado, y el propio Chávez se hizo eco en días posteriores de la denuncia. Aznar lo negó y Viturro rechazó la acusación en público y en privado.

La versión del Gobierno español y del estadounidense fue que los embajadores se habían dirigido a Carmona para aleccionarle en la necesidad de mantener la normalidad democrática. Ese mismo contenido caracterizó la primera reacción del Gobierno, cuando, el 11 de abril, pocas horas después del golpe, dijo a través de su secretario de Estado para América Latina, Miguel Ángel Cortés, que España favorecía una solución constitucional.

Comunicado conjunto

Veinticuatro horas después, con el Congreso ya disuelto, España y EE UU emitieron un comunicado conjunto en el que hacían votos por el pronto restablecimiento de la normalidad democrática. La nota condenaba la violencia desatada por golpistas y milicias gubernamentales, pero con cierto margen de ambigüedad, ya que no pedía la liberación de Chávez ni la vuelta atrás a Carmona. Lo mismo puede decirse de las escasas intervenciones públicas sobre el tema de Aznar, que habló, además, por teléfono con Carmona en pleno golpe, según confirmó éste a EL PAÍS.

Cuando Viturro y Shapiro visitaron al líder golpista, éste había dejado ya clara su voluntad de permanecer en el poder largo tiempo sin convocar elecciones, en contra de lo que Washington y Madrid le pedían. De fuentes diplomáticas españolas en Caracas, se supo entonces que el enviado de Madrid había recibido primero instrucciones de ir solo, con un mensaje escrito del Gobierno, y que luego fue requerido desde su ministerio para que esperara al embajador de EE UU.

Aquel encuentro, primera expresión de la alianza estratégica con Washington que Aznar promovía para la política española en América Latina, fue muy mal recibido por los países del subcontinente, que, en el seno de la Organización de Estados Americanos, se pronunciaron contra cualquier intento de romper con la normalidad democrática. También fue mal acogido por Chávez, que dio un giro negativo a sus relaciones con España, aunque no se privó de acudir un mes después a Madrid para la cumbre América Latina-UE ni dejó de reunirse con Aznar en las cumbres iberoamericanas.

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