'Áncora y Delfín'
Si algo queda claro tras las precisiones de Andreu Teixidor es que desconoce el significado de la palabra empresa en castellano y que no ha logrado saber cómo me llamo, quizá porque mi nombre es Nadie, pero también Fernando.
El caso es que yo pretendía recordar la historia de Áncora y Delfín, elogiando su trayectoria, aunque no fuera óbice para que señalara sus altibajos en las últimas décadas. Pero, por lo visto, a Teixidor no le ha parecido suficiente el protagonismo que le concedía a su familia. Respecto a la labor de su padre, todo elogio me parece poco, hecho que se desprende de mi trabajo. Sigo pensando, no obstante, que el alma de la editorial fue Vergés. Buena prueba de ello es que Pla y Delibes, los dos autores más importantes de la casa, negociaran siempre con éste. En relación con la tarea del hijo, él mismo la describe en su artículo. En pocos años, desde que figura al frente de la editorial, tiene que vender el 50% a Viñuales, y poco después el resto a Planeta, lo que no es como para sentirse orgulloso.
Sí quiero elogiarle, en cambio, la contratación de Felisa Ramos. Ella trajo a Destino, a partir de 1988, a todo un grupo de autores que volvieron a darle lustre al entonces alicaído catálogo. Y la cosa funcionó hasta que abandonó la editorial harta de las pamplinas del señor Teixidor. Entonces volvió a las andadas de los Mañas, Maestre, Lucía Etxebarría... Y, claro, así es muy difícil compartir sus criterios y gustos literarios. Por último, ya que lo veo tan preocupado por mis clases, ahora que ha tenido que jubilarse por su impericia como editor, le doy permiso para que las frecuente: ya verá cómo le vienen muy bien. Le aseguro que no se aburrirá.
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