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FESTIVAL DE TEATRO DE TORTOSA

Un grupo de Ramala conmueve al escenificar la vida en Palestina

El montaje Ard fi ard (Espectáculo dentro de un espectáculo), una de las perlas del festival de teatro de Tortosa, dura 24 minutos escasos. La obra, una creación de la compañía de Ramala Tantoura Puppet Theatre, se vio en la mañana de ayer. El tiempo es un bien especialmente preciado en Palestina: se pierde tanto en los puestos de control del ejército israelí... De ahí la brevedad de una pieza conmovedora que reconstruye los sobresaltos de la vida cotidiana en la zona.

El montaje se complementa con la proyección de un valioso documental en primera persona sobre las dificultades para conseguir una mínima normalidad en los territorios palestinos.

A medida que avanza la programación del festival Entre Cultures se va imponiendo la idea de que, más allá del valor artístico de las producciones, lo verdaderamente importante es el mosaico de realidades que éstas construyen. La interculturalidad deja de ser la palabra a menudo vacía en la que la ha convertido un uso indiscriminado, y se corporeiza la sensación de que el conocimiento del otro es un elemento imprescindible para la comprensión y el diálogo. Por este motivo, sin duda también se amplifican las carencias de ciertas compañías si el fondo de su espectáculo no compensa la fragilidad técnica, como ocurrió el pasado sábado con los tunecinos del Centre Nacional des Arts de la Marionnette y su Hannibal, relectura de la historia del caudillo cartaginés.

En cambio, en el Espectáculo dentro de un espectáculo convergen los dos elementos, la calidad y el interés sociológico. En el vídeo documental aparece el director y actor Nidal Khatib como protagonista del continuo y desquiciante bombardeo contra la rutina diaria a la que los soldados israelíes someten a los palestinos. Sus salidas para comprar tela con la que vestir a sus marionetas o impartir talleres a escolares y maestros son continuas pruebas a su paciencia. Pero al mismo tiempo, el vídeo tiene la virtud de mostrar al titiritero en la dimensión más amable de su vida cotidiana, en compañía de su familia y en su confortable casa, aunque sin dejar a un lado el recorrido de la cámara por los barrios destruidos bajo las bombas.

Khatib comparte la opinión de que es fundamental "que el resto del mundo conozca la situación de Palestina o Irak, que están en guerra". Por eso, en cierto modo su espectáculo es una muestra de su trabajo pensada para la exportación. De ordinario, su teatro suele centrarse en la difusión de danzas populares del mundo. El festival le ha dado la oportunidad de incorporar una de ellas a su repertorio: la de los senegaleses de la región de Casamance, que conoció gracias al espectáculo inaugural.

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