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Reportaje:

16.000 estudiantes se van de fiesta

La carpa festiva de la Upna saluda cada año en Pamplona la apertura paralela del curso con una masiva afluencia de jóvenes

Comenzó siendo la idea de un grupo de jóvenes para recaudar dinero destinado a su viaje de estudios, pero la carpa de la Universidad Pública de Navarra (Upna) con la que todos los años se celebra la apertura paralela del inicio de curso, se ha convertido en una cita masiva que congregó este fin de semana a unos 16.000 universitarios llegados de todas partes.

Seguirá siendo "la carpa de la Upna", aunque este año haya cambiado su nombre oficial por el más rimbombante Festival Universitario/Apertura Paralela 2004. Un gran montaje de 22 horas ininterrumpidas de fiesta y 15 horas de actuaciones musicales es el resultado de aquella apuesta inicial. La organización espera recaudar sólo en entradas más de 200.000 euros, sin contar las consumiciones.

Los organizadores esperan recaudar sólo con las entradas más de 200.000 euros

Las ocho de la mañana no es un momento demasiado adecuado para iniciar una fiesta, pero a esa hora comenzaron a congregarse el pasado viernes los primeros visitantes para participar en los campeonatos de cartas que abrieron el programa de actividades. Entradas a 14 euros, 30.000 vatios de sonido, 21 barras atendidas por los estudiantes de las otras tantas titulaciones que oferta la universidad y una buena organización fueron la tónica del gran ambiente.

Los estudiantes quisieron este año rejuvenecer la cita anual iniciada en los 90, ampliar su espacio y mejorar la calidad musical y para ello contrataron a una empresa especializada, On Air, que gestionó la carpa instalada junto al estadio de Osasuna, un emplazamiento aislado que permitió prolongar el jolgorio hasta pasadas las seis de la mañana de ayer.

Ya a última hora del viernes, la carpa, con un aforo máximo de 6.440 personas, se encontraba a rebosar. Los megáfonos llamaban a consumir en las barras y algunos atraían clientela sacando fotos digitales de sus clientes y proyectándolas en las lonas. Dentro de la carpa, miles de gargantas sedientas consumían kalimotxos a dos euros y katxis de cerveza a cinco. Se comieron más de 10.000 bocadillos. Carteles recomendando el sexo seguro y vertiendo lemas de todo tipo tapizaban las barras.

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"El ambientazo es formidable y es difícil pillar una fiesta universitaria tan masiva", subrayaba la pamplonesa Aintzane, de 20 años, en la explanada de acceso. A escasos metros, el inglés sonaba en un corrillo. "Me llamó Patrick, tengo 21 años y soy de Cork. Tengo una beca Erasmus y estudio en Pamplona. Esto es formidable, una fiesta gigante", explicaba en representación de un grupo de irlandeses: "Thomas es de Limerick y estudia en Vitoria; Sam vive ahora en San Sebastián. No estudia, pero ya vino el año pasado y repetiremos siempre que podamos". Todos ellos bailaron con Loquillo, el dúo madrileño Pereza, el heavy de Ubi Sunt, el power pop de Lengua de Trapo, la percusión de 02, los corridos de Los Chiguaga y la presencia de reconocidos djs de la cornisa cantábrica.

En el exterior del recinto, de 4.200 metros cuadrados, equipos de seguridad formados por turnos de 30 profesionales velaron para que todo transcurriera en orden. La Policía Municipal vigiló de cerca de los universitarios. Obligó a retirar dos pancartas sobre presos etarras y el euskera y plantó severos controles de alcoholemia y velocidad en las calles adyacentes, algunas cortadas al tráfico en los momentos de mayor afluencia, mientras autobuses lanzadera públicos unían el centro de Pamplona con la carpa.

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