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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Racismo en el estadio

El Gobierno repudió ayer el comportamiento racista y xenófobo de un sector de aficionados en el partido España-Inglaterra, precedido por actos similares en el encuentro entre las selecciones sub 21. Los protagonistas no fueron mayoría, ni se corresponden con el carácter tolerante del fútbol español, cuya Liga es punto de encuentro de jugadores de todos los continentes. Pero la condena era más que necesaria ante la magnitud de los desatinos del seleccionador Luis Aragonés y de la federación, instalados en una espiral de declaraciones lamentables que revelan la falta de sensatez y liderazgo del máximo organismo del fútbol español.

El seleccionador, que ocupa un cargo de gran valor representativo, ha pisado todos los charcos posibles desde que trascendieron sus torpes comentarios sobre el jugador Thierry Henry. Su incapacidad para disculparse rápidamente provocó la indignación del fútbol y de la prensa ingleses. Puede que alguna de esas reacciones fuera exagerada, pero la Federación Española no hizo nada por dejar claro su rechazo y zanjar la polémica. A Aragonés, hombre de larga trayectoria en el fútbol, nadie le tiene por un racista. Pero su estilo castizo le lleva a veces a convertirse en caricatura de sí mismo diciendo cosas que supone graciosas, sin medir las consecuencias. Lejos de actuar con firmeza, la federación habló de provocación y conspiración inglesa. Produce asombro, y revela su altura como dirigentes, que ninguno de los tres candidatos a la presidencia de la federación se haya pronunciado en un asunto que ha merecido la sonora protesta inglesa, la investigación de la UEFA y el descrédito de la principal institución del fútbol español.

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Tal vez el inaceptable comportamiento de una parte del público del España-Inglaterra se hubiera producido igualmente sin las palabras de Aragonés. Pero no es lo mismo que esto ocurra tras la incapacidad para rectificar del seleccionador y de quienes le contrataron. Con el añadido de que el mismo día de los insultos del Bernabéu se presentaba la documentación oficial de la candidatura de Madrid a los Juegos de 2012. Que el asunto se convierta en un lastre insuperable o no depende ahora de la forma como reaccionen las instancias implicadas: ya casi es demasiado tarde, pero algo deben decir tanto Aragonés como la federación.

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