La pareja de moda toma Sevilla
Jiménez y Sergio García intentarán ganar la quinta copa para España
La pareja de moda en el golf ha tomado Sevilla al asalto, se ha sentido inspirada por su luz y su aroma y no hay día en que ambos no se deshagan en piropos hacia su partner. No, no se hagan ilusiones, no se trata de la modelo Inés Sastre y el rubicundo escocés Colin Montgomery -una relación de pareja, según fuentes fiables, más fantasía de la prensa rosa que realidad-, sino de Miguel Ángel Jiménez -cuarentón, bigote, rizada coleta, veguero habano, brillo en los ojos, talento- y Sergio García -eterno adolescente, sonrisa juvenil, pelo cortísimo, clase-, la pareja española de improbable, pero real, química, que intentará desde la mañana de hoy conquistar por quinta vez para España la Copa del Mundo de golf, un trofeo esquivo desde hace 20 años, desde los tiempos de Cañizares y Rivero.
Esquivada por las grandes figuras, la Copa del Mundo, uno de los cuatro torneos del circuito mundial, sufre por lo tardío de sus fechas. Defienden título los surafricanos Sabbatini e Immelman. Jueves y sábado se jugará a fourballs -cada jugador con su pelota: puntúa el mejor resultado- y viernes y domingo a foursomes, golpes alternos.
A Jiménez, el martes, no le reconocieron y tuvo que insistir en que era un jugador para que le dejaran entrar en el Real Club de Golf de Sevilla -un campo diseñado por Olazábal-, lo cual no le importó mucho al extravertido malagueño, quien solucionó el entuerto piropeando a Sergio García. "No habría habido problemas si no me hubieran dejado entrar", dijo. "Sergio puede hacerlo por los dos, porque está pletórico". A lo que el de Castellón corrspondió con otra perla cultivada. "La diferencia de edad [40 años Jiménez, 24 García] no importa", dijo. "Además, Miguel Ángel es un diesel, se crece en los últimos hoyos".
Aunque su relación comenzó en el equipo español que ganó la Copa Dunhill en St Andrews 99, y se fortaleció en la Copa del Mundo de 2001 en Japón, no alcanzó su mejor nivel hasta el pasado mes de septiembre, en Oakland Hills, Michigan, durante la más alucinante victoria europea de la Ryder Cup. Si Sergio García se convirtió en la fuerza motriz en el campo -sólo seis jugadores en la historia han logrado 4,5 puntos en una Ryder, García es uno de ellos-, en los vestuarios, donde se hace grupo y se forjan las voluntades, entre riojas, habanos y expresos, el rey fue Jiménez.
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