"Vamos todos de la mano"

¿Cuál es el secreto del Levante, de este Levante que ha irrumpido en la cabeza de la Liga? ¿Cómo un modesto recién ascendido se ha colocado tercero si hace unos años era el hazmerreír del fútbol español; su presidente, Pedro Villarroel, contrataba detectives privados para investigar las andanzas nocturnas de sus jugadores y despedía entrenadores, hasta cinco en la campaña 1997-98, como quien hace rosquilletas?

Pues el secreto no está en la calidad de la plantilla, en la que tampoco hay grandes normbres. Ni siquiera en el respeto que infunde a los jugadores el técnico, Bernd Schuster, Bernardo para los amigos. La clave, según el portero Mora, madrileño, está en el ambiente. "Mira que llevo años en el fútbol y nunca había vivido esto", afirma el meta titular del Levante; "vamos todos a una. Si quedamos para cenar, no vamos sólo tres o cuatro, vamos 25, con las novias y esposas. El comportamiento de los que no juegan es ejemplar. Trabajar en un clima de camaradería y compañerismo ayuda mucho. Yo, por ejemplo, no jugué el otro día en la Copa

[el Levante fue eliminado por el Gramenet] y estoy igual de jodido. Aquí vamos todos de la mano, desde el entrendor al utillero".

Disputadas diez jornadas, el Levante suma seis victorias, tres derrotas y un empate. La entereza del equipo fue puesta a prueba por el Espanyol en la octava jornada. El conjunto de Lotina se impuso en el estadio Ciudad de Valencia (0-2), rompiendo la condición de invicto del grupo de Schuster en casa. Por si había alguna duda sobre el carácter del Levante, éste reaccionó ganando en Pamplona y derrotando al Athletic el pasado domingo.

"Tenemos una ambición grandísima", asevera el defensa Pinillos; "la mayoría somos jugadores con nula o escasa experiencia en Primera División. Sabemos de dónde venimos y no queremos volver a Segunda". "Los suplentes y la gente que ni siquiera se viste tienen muchísima importancia", considera el preparador físico, José Gómez; "y aquí, por suerte, no hay malos rollos". "El clima también lo fomenta el entrenador", abunda Mora, "porque el futbolista es muy egoísta. En este sentido, hemos tenido mucha suerte, tanto con Manolo Preciado la temporada pasada como en ésta con Schuster".

El entrenador alemán, que vive su primera experiencia como entrenador de Primera División en España, goza del apoyo de la plantilla. "Entre un entrenador que no haya jugado al fútbol y otro que lo haya hecho, me quedo siempre con lo segundo", asegura Mora, que considera fundamental otro detalle: la asistencia de aficionados, entre 18.000 y 20.000 cuando el equipo juega en casa. "Cuando te sientes querido, das el 120%, te matas". "Schuster", cuenta Pinillos", "no deja que bajemos la guardia. Está pendiente de todo".

Este noche, en Riazor, un Depor empequeñecido mide la madurez de Levante, la primera sorpresa de la Liga.