Una fórmula que funciona
Es duro decirlo y también debe de ser oírlo o leerlo, pero a quien esto escribe le dio toda la impresión de que en la plaza de toros de Vistalegre, de Madrid, quizá hubiera más espectadores que los debidos en el concierto que Extremoduro ofreció el pasado sábado. Si no, resulta difícil explicar por qué media hora después de abrirse las puertas el coso ya estuviera hasta los topes, mientras que sólo cuatro chavales, con un peto fluorescente de la organización y con la única ayuda de cuatro esmirriadas vallas de contención, tratasen de impedir a la muchedumbre que iba agolpándose ante ellos que siguieran accediendo a la arena de la plaza, pretendiendo desviarlos hacia las gradas, relativamente más vacías. Hay que tener en cuenta que con esta maniobra se obturara la única salida con la que cuenta. El caso es que, con esa idiosincrasia rebelde y un tanto simple del rock radical en España, se hizo ostentoso caso omiso a la prohibición y la muchedumbre entró a saco al espacio en el que, lógicamente, ya no cabía un alma de modo digno. Esto, a ojos de espectador experimentado, sugiere, cuando menos, cierto peligro evidente. Peligro que se debe evitar para que no ocurran trágicos sucesos indeseados y para que -de modo secundario: lo primero es proteger a los espectadores- no lo pague la música española joven en directo. Es lo que le falta ya al rock en España: desgracias.
Extremoduro
Roberto Iniesta (voz y guitarra), Iñaki Antón (guitarra), Miguel (bajo), Cantera (batería), Aiert (teclados) y Félix (guitarra, saxo y percusión), Plaza de Toros Vistalegre. 18 euros. Sábado, 6 de noviembre.
Buen sonido
Sea como fuere, una hora después, y sin que se detuviera el flujo de espectadores hacia el interior del recinto, inició Robe Iniesta su esperada actuación con buen sonido, mejores luces, una banda excelente y un cantante que hasta ha recuperado voz. El buen rock poético y desgarrado de esta banda ya clásica se apoderó de inmediato de un público que reaccionó cantando todas las letras de las canciones y moviéndose -como podían- al ritmo.
Con un repertorio dividido en dos partes, más los bises, Iniesta hizo un recordatorio de Tierno Galván, relatando por qué la actual autoridad competente le había obligado a adelantar dos horas el inicio de la actuación. El compositor y cantante dio entonces rienda suelta a la larga traca de éxitos conocidos de la banda, de entre los que siempre hay que destacar Pedrá, Deltoya o So payaso, sin lugar a dudas el mejor tema escrito nunca por Iniesta. Junto a éstas figuraban también temas nuevos de gran aceptación por los fieles del grupo, como La vereda de la puerta de atrás, e incluso algún tema nuevo, como Mezclar agua con sed. Fueron, pues, dos horas de rock sudoroso, raíz callejera, eco masivo indiscutible y, de paso, la demostración de que la fórmula Extremodura, aunque ya un tanto usada, sigue siendo indubitablemente efectiva en vivo.
Babelia
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