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Crítica:FESTIVAL DE OTOÑO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Una joya imprescindible

Alwin Nikolais (Southington, 1912- Nueva York, 1993) decía siempre: "Soy un perfeccionista". Era muy modesto (también es ocasión ahora para recordar cuando estuvo en el Círculo de Bellas Artes de Madrid dando un seminario, a mediados de los años ochenta): en realidad era un inventor nato capaz de transportar a la escena de danza los efectos y la esencia del calidoscopio, siempre como síntesis de una naturaleza que perseguía plasmar a través de su aparato estético de fantasía: cuerpo, color, movimiento. No olvidemos que en su juventud, de 1935 a 1937 dirigía y manejaba él mismo las marionetas de Hartford Park y que en los cuarenta pone a punto su poco conocido pero básico aporte coreológico: el sistema de notación que llamó Choroscripts.

Homenaje a Alwin Nikolais

Ririe-Woodbury Dance Company y Nikolais Dance Theatre. Crucible (1985); Blank on blank (1987); Noumenon mobilus (1953); Tensile involvement (1953); Finale de Liturgies (1983); Mechanical organ (1980). Coreografías, sonido, luces y vestuarios de Alwin Nikolais. Directores artísticos: Murray Louis y Alberto de Saz. Auditorio Padre Soler (Universidad Carlos II)I, Leganés. 5 de noviembre.

Nikolais siempre ha estado presente en la danza moderna, a través de muchas influencias y referencias (piénsese un momento en Momix, por ejemplo, entre otras muchas direcciones).

El puente que es el propio Nikolais con la danza moderna europea es enorme, fundamental. Se trata de un ejemplo típico de "arte de idas y vueltas": si él fue discípulo de Mary Wigman y Hanya Holm, de sus manos y estilo surgen Carolyn Carlson y Susan Buirge, que aún se prodigan en Francia.

El programa que vemos ahora en Madrid es probablemente el más interesante tras la retrospectiva que organizó la Bienal de la Danza de Lyón en 1986 (allí hubo muchas reconstrucciones supervisadas por el propio Nikolais; hoy todavía contamos con Murray Louis). Son verdaderos clásicos donde se puede leer mucho de lo que ha pasado después. Tras la riqueza cromática, está el fundamento estético que une a Nikolais con el abstraccionismo, el pop radical y la performance de cuerpo plástico. Elementos como la repetición de secuencias, el sonido urbano y el contacto matemático de las figuras siguen siendo activos de las corrientes de danza contemporánea y algo hay de poderosa y latente génesis en estas piezas que guardan toda su belleza y concisión.

Este cuidado e imprescindible montaje podrá verse hoy en el teatro Buero Vallejo, de Alcorcón, y el día 13 en el teatro Marsillach, de San Sebastián de los Reyes.

Babelia

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