Un estudio del hospital Virgen de las Nieves relaciona acoso escolar con depresión y suicidio
El 3,4% de los alumnos sufre insultos, golpes o motes que disminuyen su autoestima
La muerte de Jokin, el chaval de 14 años que se quitó la vida el 21 de septiembre en Hondarribia (Guipuzcoa) tras sufrir vejaciones en su instituto, ha sacado a la luz la relación del acoso escolar o bullying con trastornos mentales y tendencias suicidas. El psiquiatra de la unidad de Salud Mental del hospital Virgen de las Nieves de Granada, Francisco Díaz-Atienza y la orientadora Mercedes Prados, han publicado un estudio en el que concluyen que el 3,4% de los alumnos de secundaria sufren estas agresiones, mostrando una mayor predisposición a la depresión, la autolesión y el suicidio.
El estudio se realizó con 410 alumnos de entre primero y cuarto de ESO en centros educativos de Granada y Jaén. Los especialistas les preguntaron sobre su relación con sus compañeros de clase y estudiaron su tendencia a la depresión con preguntas relacionadas con su autoestima y la ideación e intentos de autolesiones y suicidio. Prados y Díaz-Atienza definieron la figura del "intimidador" como aquel alumno que realiza "acciones negativas contra otros de forma repetiva durante un tiempo". Las víctimas debían sufrir vejaciones, golpes o motes durante al menos cuatro veces desde que comenzaron el curso.
El informe, cuyos resultados preliminares se publicaron en la Revista de Psiquiatría y Psicología del niño y del adolescente, llega a la conclusión de que tanto los agresores como las víctimas de estas intimidaciones presentaban peor percepción de sí mismos y mayor tendencia a la depresión. Del total de la población consultada un 2,4% fueron considerados intimidadores y un 3,4% víctimas.
Los adolescentes que se clasificaron como víctimas presentaron una tendencia más depresiva que los demás y una puntuación superior en la escala de ideación suicida. Siete de cada 100 se habían producido autolesiones deliberadas alguna vez frente al 4% de los alumnos considerados normales (ni agresores, ni víctimas) y uno de cada cinco reconoció tener deseos de muerte a menudo. Las víctimas eran, en general, menores que el resto de los estudiantes. El 78% tenía menos de 14 años. "Si se entiende el bullying como trastorno de conducta, nuestro trabajo confirma estudios previos, donde los adolescentes varones presentan más trastornos de este tipo", dicen los autores.
También los intimidadores mostraron ser más depresivos que el grueso de los estudiantes. Su historial de autolesiones era de más del doble (10% frente al 4,3% de los demás adolescentes). Uno de cada diez reconocieron que a menudo pensaban que estarían mejor muertos y el 40% se declaraba fumador. "Hay que destacar que en el grupo de víctimas existe un mayor deseo de muerte, lo que habría que tener en cuenta a la hora de valorar clínicamente el riesgo de suicidio", reza el estudio.
Insultos, golpes y motes
Las vejaciones más comunes fueron el insulto (un 15% lo calificaba como la intimidación que más sufría), la violencia física (un 3,4%) y los motes (3,2%). "En el caso de las niñas, una de las formas más frecuentes de agresión son los rumores con los que se trata de excluirlas", afirma el psiquiatra Díaz-Atienza.
El estudio forma parte de otro mayor cuya población alcanza los 1.200 adolescentes. "Todo indica que los resultados definitivos no serán muy diferentes de los que tenemos hasta ahora", explica Díaz-Atienza que asegura que su objetivo es "poner de manifiesto el problema y tratar de crear cierta sesibilización hacia él para que padres y profesores puedan detectarlo".
En caso de que un padre crea que su hijo pueda estar entre los intimidadores o las víctimas, "lo mejor es escucharlos sin culpabilizarlos ni minimizar el problema", dice Díaz-Atienza. "Muchas veces los padres creen que se trata de un problema de la edad que se pasará cuando el niño crezca y no le dan la importancia que tiene", añade. El psiquiatra aconseja en esos casos acudir al profesor para que se ponga en contacto con los servicios de orientación educativa que, en caso de que el problema sea grave, derivarán al alumno al psicólogo o al psiquiatra. La mitad de los niños de secundaria sufre agresiones esporádicas, algo que, según el especialista, no sigunifica que sean objeto de bullying.
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