La cuota femenina
No sobran las representantes de sexo femenino en el universo machista del jazz; quizá por ello mismo el aficionado celebra con alborozo la llegada del mujerío a los festivales del género. Y lo cierto es que, aun siendo pocas, casi nunca defraudan. La noche de las féminas del XXI Festival de Jazz de Madrid terminó en el mayor de los éxitos, artístico y de taquilla. Ya el asunto empezó bien con la intervención primera de la cantante Concha Buika y su trío. No se le pudo pedir más a la mallorquina-guineana, estrella de la noche madrileña a la que no es difícil augurar un futuro en lo más alto del palmarés internacional. Cualidades le sobran. Una hermosa voz rasposa que sabe colocar a tono, lo que no es tan habitual en el gremio de las/los cantantes, como pudiera pensarse.
Concha Buika & Trío / Eliane Elías Cuarteto
Concha Buika, voz; Israel Sandoval, guitarra; Víctor Merlo, contrabajo; Noah Shaye, batería. Eliane Elías, piano, voz; Gustavo Saiani, guitarra; Marc Jonson, contrabajo; Satoshi Takeishi, batería. Centro Cultural de la Villa. 30 de octubre
Elías tocó el piano poco, pero bien, y cantó mucho en idioma inglés
La suya es una de las presencias escénicas más refrescantes de los últimos tiempos. Menuda, camiseta de tirantes, pantalones amplios y tocado afro, sobre la escena, la Buika es un torbellino. Como cantante, es Nina Simone y es Sarah Vaughan y hasta Lola Flores, todo en una: la emoción a flor de piel. Buika es cantante de cuerpo entero, puesto que no sólo canta con su voz: cada canción, la hace suya.
En su recital, jugueteó con el reggae de Bob Marley (I want to give you some love); le sacó los colores a la más conocida de las canciones de Nina Simone (My baby just cares for me) y no rehusó a la hora del enfrentamiento con el género que encumbró a la grandísima Bessie Smith, el blues (Whisky drinkin' woman). Arropada por un trío compenetrado y eficaz -mención especial para la guitarra de Israel Sandoval-, la Buika se lo puso difícil a Eliane Elías, y es mérito de la jazzwoman brasileña el haber salido airosa del trance. Pero Eliane Elías es mucho Eliane Elías.
Por lo visto y escuchado el sábado, la carrera de la estrella de Calle 54 parece haber tomado un giro copernicano. Por lo pronto, la exuberante pianista toca cada vez menos el piano. En Madrid, para no tener que tocarlo todo el tiempo, como en ella era habitual, se trajo a un guitarrista rítmico de apoyo, el tal Gustavo Saiani, natural de Río de Janeiro. En cambio, parece haberle cogido gusto al micro. El repertorio, tomado de su último disco, Dreamer (Soñadora), estuvo compuesto casi exclusivamente por canciones de amor: algún mal pensado podría creer en una mano negra a la búsqueda de una nueva Diana Krall en versión tropical. Elías tocó el piano poco, pero bien, y cantó mucho en idioma inglés, en un estilo que más bien tiene que ver con el pop acaramelado de Burt Bacharach que con ninguna otra cosa; bien está ello cuando se trata de melodías tan incuestionablemente bonitas como las de Call me o Baubles, bangles and beads. Cantando en portugués, la Elías visitó lo mejor de la bossa nova de la mano de Dorival Caymmi (Doralice) y Antonio Carlos Jobim, entre otros. Del último, interpretó Desafinado, Garota de Ipanema y Chega de saudade en recuerdo, esta última, de los años que pasó la susodicha junto al poeta Vinicius de Moraes, coautor de la pieza, a quien Eliane conoció a la edad de 17 años y con quien tocó durante algunos años. Si el tratamiento vocal otorgado a cada una de las piezas fue el apropiado a un género que demanda de quien lo canta, un tono desganado y sensual, los interludios pianísticos, si breves, fueron, con seguridad, lo más sustancioso.
En su recital, la rubicunda pianista y cantante gozó de la compañía del extravertido batería japonés Satoshi Takeishi, para quien los intrincados ritmos de la música brasileña carecen de secreto. Suyas fueron algunas de las intervenciones más celebradas por el respetable. A su vera, el contrabajista Marc Johnson, intérprete de prestigio en el mundo del jazz, a quien se escuchó por vez primera en esta país acompañando al pianista Bill Evans: el músico que inspiró a Elías en sus comienzos en el jazz aunque, hoy, apenas se acuerde de él.
Babelia
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