Sainz, tercero, y Solà, sexto, tras salvar un incendio

Tal como se esperaba, el Rally Cataluña concluyó con la victoria del estonio Markko Martin (Ford), que se anotó así su segundo triunfo consecutivo en el Mundial. Sin embargo, el protagonismo no fue para él ni para el finlandés Marcus Gronholm (Peugeot), segundo. Se lo arrebató Carlos Sainz, que concluyó el tercero y subió al podio por octava vez esta temporada el día en que se despedía de la afición española. Otra figura del día fue Dani Solà, cuyo Mitsubishi estuvo a punto de incendiarse unos metros antes de entrar en el último control tras haberse asegurado la sexta plaza.

Sainz, de 42 años, se liberó al final de toda la presión. Aunque casi cedió sus posibilidades al subcampeonato -a falta de Australia, el noruego Solberg (Subaru) le lleva nueve puntos y el ganador sumará diez-, el madrileño amagó con atropellar a Gronholm y después se despidió, uno por uno, de los miembros del equipo Citroën; firmó autógrafos, se abrazó a Luis Moya -su copiloto en los grandes momentos-, se fotografió con aficionados y, en el podio de Lloret, recibió una réplica del Seat Panda con el que comenzó a correr, con Juanjo Lacalle, su actual representante, de copiloto. "Estos días he notado el calor de la gente. Habría preferido acabar aquí mi trayecto", confesó Sainz, que corrió el último tramo con la ventana de su coche bajada para sentirse más cerca de la gente.

Solà, en cambio, sufrió hasta el final. Tras concluir el último tramo, tuvo que parar el motor de su coche a menos de 30 metros del último control horario porque una grieta en la rampa de distribución de la gasolina provocaba una pérdida y el líquido se incendiaba. "Sufrí como un loco", dijo. Xavi Amigo, su copiloto, y él tuvieron que empujar el coche y llevarlo a la asistencia, unos 20 metros. Pero valió la pena. Solà acabó el sexto, estuvo por delante de los pilotos oficiales de Mitsubishi, Panizzi y Galli, e igualó el mejor resultado del año de la marca japonesa.