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Reportaje:AUTOMOVILISMO | Rally Cataluña-Costa Brava

Homenajes a toda marcha

"¡Ponle ruedecitas a la bici de tu hija y sigue pilotando!", le gritan los aficionados a Sainz, que aún aspira al subcampeonato mundial

No parece el mismo. La imagen que ofrece Carlos Sainz en su última aparición activa en el Rally Cataluña es la de alguien que quiere disfrutar del momento único que está viviendo. Desde que anunció su retirada, el bicampeón mundial ha recibido el apoyo de su entorno y ayer fue reconocido como el mejor piloto de la historia de los rallies -premio Inmarsat, patrocinador del Campeonato del Mundo-, tras una votación efectuada entre pilotos, copilotos y responsables de las marcas. Pero, en las carreteras de Osona, Sainz está descubriendo el calor de miles de aficionados, que le aplauden a rabiar cuando su coche pasa por las curvas, le animan con pancartas y buscan su autógrafo o fotografiarse con él cuando deja el volante.

"Trato de disfrutar de todo esto y me gusta que la gente disfrute también conmigo"

"Trato de disfrutar de todo esto y me gusta que la gente disfrute también conmigo", confiesa el madrileño, de 42 años, al que le queda sólo otro rally, el de Australia, para concluir la temporada que pondrá fin a su brillante carrera. En el parque asistencial de Vic (Barcelona) puede verse a otro Sainz: un piloto relajado que no se protege en el motorhome de Citroën, sino que busca el contacto con los aficionados, se acerca a ellos para darles su rúbrica, tiene un minuto cuando le piden una foto y se lo pasa bien explicando las incidencias.

Ahora que todo va concluyendo, Sainz intensifica sus vivencias y siente más profundamente el calor de un público que siempre ha tenido cercano. "Sí", confiesa; "quizás estos días todo eso se nota un poco más". En Vic, mientras él estaba preocupado por un problema en los frenos que pudo costarle perder todas sus posibilidades, uno le gritó: "¡Carlos, ponle unas ruedecitas a la bici de tu hija y sigue pilotando!". Él sonrió y su copiloto, Marc Martí, se rio. Su decisión está tomada y es firme. Sainz se ha traído a su familia -su esposa y sus tres hijos-, amigos, gente querida..., a los que se está dedicando de forma especial.

Sin embargo, todo este contorno no parece distraerle de su lucha por el subcampeonato. Ayer dio un paso más. La suerte, otras veces tan esquiva con él, estuvo a su lado. En el tercer tramo, la primera pasada por Prats de Lluçanès, una crono muy exigente, concluyó casi sin frenos. "En la cuarta manchada, el pedal del freno bajó hasta el final y perdió su efectividad", confesó. Debía afrontar el tramo de Sant Julià sin frenos, antes de la asistencia. Pero la organización anuló la prueba porque un sector del público había invadido zonas muy peligrosas. "Habría podido perder 30 o 40 segundos", agregó Sainz, que sufrió un pinchazo sin consecuencias en el tramo siguiente, la segunda pasada por Les Llosses.

Sainz, que logró la victoria en el último tramo, el de Sant Julià, afronta la última etapa en el tercer puesto, a 51 segundos del líder, el estonio Marko Martin (Ford), pero a sólo 11,4 del segundo, el finlandés Markus Gronholm (Peugeot). El ya campeón mundial, el francés Sebastien Loeb (Citroën), abandonó cuando una piedra le rompió el cárter y se quedó sin aceite. Dani Solà, el relevo natural de Sainz, ocupa la sexta plaza.

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