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VISTO / OÍDO
Columna
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Cuidado, cuidado

No lo entiendo. Se ve la televisión que se quiere; si el programa es malo, se cambia; si todos son malos, se cierra. Uno se protege a sí mismo. No me salven ustedes, por favor. ¿Por qué tiene el Gobierno que quitarnos los programas que no le gustan a él? Por moral, ética o gusto: suyos. Si damos al Estado la capacidad de decidir qué debemos ver, cedemos la libertad de expresión, de prensa. No son de los programadores: son del ciudadano. La base de que pacte el Estado con los creadores, o los empresarios y directores, es perversa. La utilización del niño como pretexto es cínica. Los padres pueden controlar lo que el hijo ve en televisión o en Internet (hay claves de acceso); pero entre los derechos del niño, nada distintos de los del ciudadano, está el de saber cómo es la vida en torno. No creo que el Estado tenga derecho a llamar "basura" a unos trabajos; es llamárselo a las personas que los hacen o participan, y es un insulto abierto. Si se acepta este principio, y se cumple ahora porque es un Gobierno en el que hay una confianza amplia, habrá que pensar qué sucederá cuando este Gobierno termine, y algún día terminará. No quiero pensar qué se habría dicho si esta moralina y estas definiciones de bien o mal las hubiera hecho el PP. Supongamos que vuelve Aznar o vienen Rajoy, Acebes, Zapatero, Esperanza Aguirre. O Ruiz-Gallardón, que está tan preocupado por la vida nocturna de Madrid, por la calle de la Montera o la Casa de Campo. Su interpretación del pacto podría ser mortal.

Ya sabemos que en la cultura funciona una forma de censura cariñosa: la subvención. Al teatro le está costando la vida: por recibir un dinero y unas facilidades no se atreve a nada nuevo o grande. El cine: el PP y sus votantes boicotean el cine español porque se manifestó contra la guerra de Irak. Para mí, las noches de la radio son en general espantosas: con excepciones. Pero no podría aplaudir que lo censurara nadie más que los productores (que probablemente lo incitan porque hay una calidad relación-dinero); digo la noche porque de día tengo poco tiempo. Un Gobierno que está siendo aplaudido por su capacidad de renovación de la sociedad no debería confundir: el problema de la televisión es que la hace con sus votos de espectador el pueblo español: ignorante, poco instruido, desculturizado por tantos años de ministerios de Cultura. A ese pueblo al que hay que atender y elevar: ya irán las radios , los periódicos y los televisiones por donde él quiera.

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