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Las palomas protagonizan la primera exposición del padre de Picasso

La casa natal, en Málaga, exhibe 23 óleos de José Ruiz Blasco

Padre y primer maestro de Picasso, José Ruiz Blasco fue un pintor de segunda fila que vivió más entregado a sus tareas como profesor y conservador que a la creación artística. Ahora, 91 años después de su muerte, la Fundación Casa Natal ha organizado la primera exposición de su obra, que recoge 23 óleos en los que las palomas son motivo constante, una huella que sin duda quedó en su hijo.

Adscrito a la conocida escuela malagueña del siglo XIX, José Ruiz Blasco ni siquiera se cuenta entre sus principales exponentes, pero el valor de su legado es enorme, ni más ni menos que transmitir el interés por la pintura, la técnica y la constancia al que resultaría ser uno de los artistas más geniales del siglo XX.

En cierta ocasión Picasso recordó: "Un día mi padre me dio su paleta y sus pinceles. De momento, no entendí por qué. Yo era muy joven, me alegré y basta...mucho después comprendí todo el alcance de su gesto".

La muestra permite atisbar algunas de las huellas legadas al genio, como las palomas, las copias de otros pintores -que el padre seguramente hizo por necesidad económica y el hijo por indagación y divertimento-.

La hija menor de Picasso, Maya, presente en la inauguración junto a Xavier Vilató, sobrino nieto del artista, recordó que su padre le contaba como el abuelo le obligaba a pintar constantemente manos y patas de palomas, como a ella misma Picasso le hacía repetir de niña paraguas y tijeras.

Según la directora de la Fundación Casa Natal, Mariluz Reguero, Ruiz Blasco "pintaba lo que se hacía en la época con mucha dignidad y muy aseado, y quien tenía que mantener a una familia muy amplia". "Un pintor de comedor", como lo definió su hijo, cuya obra es muy desconocida y se limita prácticamente a la expuesta desde ayer, uno de los lienzos, Palomar, es propiedad del Ayuntamiento, que se lo compró en 1878 por 1.500 pesetas. Hay referencia de 13 obras más que no han sido localizadas.

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En la exposición hay dos dibujos de Picasso: una paloma que pintó sobre una postal enviada a Juan Temboury en 1961 y un evocador retrato de su padre firmado en Barcelona en 1897. Esta evocación del padre fue una constante picassiana. "Cada vez que dibujo un hombre, pienso, sin querer, en mi padre. Para mi el hombre es don José y será así toda mi vida. Llevaba barba, todos los hombres que dibujo los veo más o menos con sus rasgos", contó.

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