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Reportaje:

Se ofrece campeón olímpico

David Cal, el mejor deportista español en unos Juegos, envía su currículo a las empresas ante la falta de patrocinadores

Estrechó la mano del Rey, cenó con José Luis Rodríguez Zapatero, y su pueblo, Cangas do Morrazo (Pontevedra), le rindió un homenaje estremecedor. El piragüista David Cal vive días de gloria desde que este verano se convirtió en Atenas en el mejor deportista español en unos Juegos Olímpicos, con sendas medallas de oro y plata colgadas de su cuello. Los chavales le paran por la calle y los políticos le prodigan palmaditas en la espalda, pero su imagen de chico sano y disciplinado no le ha servido para encontrar un respaldo económico a su más que prometedora carrera. Sí, su teléfono suena sin parar, pero para explorar la faceta frívola del campeón. Le han llamado de programas del corazón como Salsa Rosa o Aquí hay tomate, y la revista Interviú le propuso exponer sus músculos sin ningún tapujo. Pero de dinero, nada, ni un euro. Tanto es así que Cal enviará su currículum a las empresas, a la caza de un patrocinador que afloje la dictadura de los resultados que preside las becas del Estado.

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"Pondré algo así como 'Campeón olímpico busca patrocinador", bromea entre risas David Cal. "Yo qué sé... es que jamás había enviado un currículo en mi vida, lo mío es remar". Su entrenador, Jesús Morlán, no sale de su asombro: "Es alucinante. David tiene una imagen impresionante, no puede salir a la calle por Vigo o Pontevedra porque los chavales lo abrasan a autógrafos y no hay un solo político que no quiera hacerse una foto con él, pero parece que después sólo interesa como carne del corazón. ¡Si gana más Belén Esteban rajando que David remando! Con el modelo que estamos transmitiendo, no me extraña que los jóvenes prefieran salir en Gran Hermano para hacerse famosos que convertirse en David Cal".

Sin apenas premios económicos en el mundo del piragüismo -sólo los tres primeros del Campeonato del Mundo y los medallistas olímpicos obtienen ingresos-, Cal vive de las becas ADO. A mejores resultados, más dinero, "que nunca excede de la mitad de lo que gana un futbolista de Segunda División", precisa Morlán. El problema que se le plantea a deportista y entrenador tiene que ver con los Juegos de Pekín. "Para llegar bien, tengo que aflojarle un poco los dos próximos años, apretar en 2007 y explotar en 2008. Pero eso significa asumir el riesgo de reducir los ingresos a la tercera parte durante dos años, por no hablar de la incertidumbre de una lesión; y después, repetir, porque David va a llegar a 2012 con 29 años, en la plenitud de su carrera", resume el hombre que pilotó desde la sombra la hazaña olímpica de Cal.

Tres mil euros es todo el beneficio económico extraído de la vorágine de recepciones, homenajes, cenas oficiales, pregones, reportajes y entrevistas que ha sucedido a Atenas. Tres mil euros por un pregón que Morlán, una especie de segundo padre del piragüista gallego, se empeñó en hacerle cobrar, después de enterarse del caché de famosos metidos a pregoneros, pero también para poner coto al aluvión de llamadas de alcaldes que querían dar lustre olímpico a sus fiestas locales. A lo demás, David va gratis, "pero después, si te he visto no me acuerdo". "Ya va siendo hora de que nos pongamos a pensar en Pekín", advierte Morlán, y Cal apostilla: "Me vendría muy bien preparar los próximos Juegos Olímpicos sin la presión de los resultados; lo que busco es una seguridad económica para no depender de la beca".

David Cal no sólo es el mejor deportista español en unos Juegos, también es el más prometedor proyecto para las dos próximas citas olímpicas; la primera de ellas, en el corazón del un gigantesco mercado como el asiático. A estas características hay que añadir la imagen de buen chico, joven y sano, que reúne el campeón cangués. Por eso Morlán no entiende que su pupilo tenga que competir en la frontera entre el profesionalismo y lo amateur. "David es un chollo, una perita en dulce. Desconozco los entresijos de la mercadotecnia, pero sí sé que ir a los sitios con este chaval es alucinante; cómo le tratan, cómo le admiran, ¡y no veas cómo lo miran las yogurinas, que se lo comen con los ojos!".

Su entrenador se pregunta: "Si el triatleta Iván Raña, que no alcanzó el puesto 20 en los Juegos, consigue un contrato de 300.000 euros por cinco años, ¿cuánto vale David? Eso y mucho más. Es tan fácil como que llegue alguien y lo convierta en su imagen". Mientras tanto, los que marcan su teléfono siguen menos interesados en rentabilizar su perfil de buen chaval que en hurgar en su lado frívolo. Siempre se han encontrado con su oposición. "Es que yo soy deportista, y la prensa rosa y el deporte no van muy emparejados... Bueno, salvo para algunos, pero yo no soy un jugador del Real Madrid".

David Cal celebra su segundo puesto en la final de C-1 en 500 metros en Atenas.
David Cal celebra su segundo puesto en la final de C-1 en 500 metros en Atenas.GARCÍA CORDERO

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