El padre de la reconstrucción
Rafik Hariri, que cumplirá 60 años el próximo 1 de noviembre, ha dirigido sin interrupción los Gobiernos de Líbano desde 1992, con un solo paréntesis entre 1998 y 2000. Considerado como el padre de la reconstrucción de un país asolado durante 15 años por una guerra civil, tenía como principal ambición no sólo devolver a Líbano el esplendor de otras épocas, sino, además, convertirlo en el Singapur de Oriente Medio. Ha dejado el trabajo a medio hacer, aunque sus detractores le acusan de haber lastrado y endeudado el país.
Hariri, hijo de un granjero suní de Sidón, casi sin estudios, es un autodidacta, que logró en la década de los ochenta construir un imperio inmobiliario en Arabia Saudí, donde se había instalado con apenas 20 años. Como promotor inmobiliario tuvo dos grandes aciertos: construir uno de los más lujosos hoteles de Yedá en un tiempo récord de seis meses, en vísperas de una cumbre islámica, y regalarle al desaparecido presidente sirio Hafez el Assad uno de sus más lujosos palacios de Damasco.
Logró así comprar influencias y amasar una fortuna, que le hizo uno de los cien hombres más ricos del mundo y a la vez le convirtió en un animador imprescindible del proceso de reconciliación en Líbano. Sus amistades y relaciones con Siria y Arabia Saudí le permitieron posteriormente iniciar una carrera política, que inesperadamente se detuvo ayer.
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