"Al teatro vasco le falta ambición, la gente está cómoda en su nivel"
Carlos Gil Zamora dirige desde Elorrio Artez, la única revista sobre artes escénicas que se edita en el País Vasco. De carácter mensual, tiene una tirada de 5.000 ejemplares. "Nuestro acierto ha sido hacer información pura y dura y unir a los creadores, productores, distribuidores y público", dice.
Pregunta. ¿Cuál es el papel de una publicación como Artez?
Respuesta. Amar el teatro. Parece un frase vacía pero si esto se hace sólo desde la profesión periodística o económica puede salir, pero no tiene un sello. Tiene que transmitir al lector, sea profesional o público, la información más elaborada posible, información pura y dura. Esta es nuestra idea de la revista, aunque hemos ido incorporando opinión.
P. ¿Y qué supone para el teatro?
R. Se puede visualizar toda la programación de Euskal Herria. Abres la agenda y te sorprende la millonada que se gastan las instituciones en ofrecer espectáculos en vivo y en directo. Esto no se visualizaba antes, la información estaba muy parcelada. Ver de golpe lo que se ofrece, ha variado la opinión de la gente.
P. ¿Cómo está el sector?
R. Yo veo mucho teatro, tanto que creo que estoy un poco saturado de pasar malos ratos en el teatro. La media está bien, pero no hay picos de calidad. La inmensa mayoría pasa con aprobadito.
P. ¿Cómo se puede alcanzar picos de sobresaliente?
R. Con paciencia y apoyando proyectos de riesgo y con políticas de concentración, de unidad de producción. Creo que debería existir una unidad de producción desde el Gobierno vasco, muy limpia, muy clara, muy democrática que ayudase a coproducir espectáculos para que se eleve la calidad. Al teatro vasco le falta ambición, la gente está cómoda en el nivel al que ha llegado. Se han acostumbrado a su txokito, a su compañía, a su empresa, y no miran más allá. Hay muchas disfunciones. Es una opinión personal, pero creo que el sistema de subvenciones, no sólo en el País Vasco, está en cuestión. Se está haciendo un excesivo número de producciones y no hay mercado para asimilarlas. Nadie renuncia a poner su obra en mercado, con toda legitimidad, y los presupuestos de cultura llevan años sin crecer. Además, nos hemos puesto a competir por un teatro comercial donde lo que importa es el número de espectadores, el porcentaje de ocupación, y para llenar el teatro hay que hacer muchas concesiones. La única medida no puede ser el porcentaje de ocupación; se nos olvida que el teatro es muy frágil, una cosa minoritaria.
P. ¿Qué opinan del teatro vasco en el exterior?
R. El teatro del País Vasco tienen un buen caché y está saliendo mucho por dos vías: el teatro de calle y los montajes más experimentales. Hay producciones para el circuito interno, que es limitado e incapaz de absorber todo lo que se produce. Se debe hacer una análisis profundo de la situación porque no hay programación suficiente para sostener a los grupos que salen espontáneamente.
P. ¿La formación es buena?
R. No, ese es un gran fallo en Euskadi. Hace falta una gran escuela oficial reglamentada de teatro y danza, y con visos de futuro. Hay talleres y escuelas, unas que funcionan y otras que están simplemente entreteniendo a la gente.
P ¿Dónde se pueden buscar ejemplos para mejorar la situación?
R. Yo soy catalán y te diría que Cataluña, pero allí es distinto, el teatro es un hecho social. De países parecidos en demografía, me gustaba el modelo que habían hecho en Galicia: un centro dramático que va asentando una profesión. El esquema está muy bien pero en la práctica no funcionó.
P. ¿Que aporta a la revista su presencia en Internet?
R. Muchísimo, es un cañón. El mes de septiembre tuvimos 377.000 páginas servidas. Para un portal especializado en teatro es una burrada. Es fantástico, da mucha presencia pero no se comercializa, no da dinero.
PERFIL
Carlos Gil Zamora (Barcelona, 1950) entró en el mundo profesional del teatro a los 20 años en Cataluña. Con más dotes para trabajar en la difusión que sobre el escenario, acabó dedicandose a las tareas de comunicación. Colaboró en medios de comunicación hasta que hace ocho años asumió la dirección de la revista Artez, una publicación mensual sobre las artes escénicas, aunque no renuncia a dirigir o montar algún día una producción.
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