Perseverancia de la paradoja
No es por meter bronca a desfile pasado, pero la verdad es que en nada menos que la Fiesta Nacional española no se sabe bien qué se celebra, si la hispanidad o la festividad de la muy aragonesa Vírgen del Pilar
Paradojas
Las falsas evidencias llevan al autoengaño personal y a la demagogia política. Una tertuliana populera en un programa de debate televisivo local (¡en presencia de Clementina Ródenas!) finge una candidez impostada al sugerir que no entiende que en las crecidas del Ebro se pierda tanto caudal en el mar y que el remedio de este Gobierno para el problema del agua no sea otro que desalar lo que antes era tan dulce. Una airada constatación de adolescente deliberada que esa buena señora podría extender, sin retorcer demasiado el argumento, a cuestiones que ni menciona. Por qué se desechan tantas toneladas de alimentos cuando un tercio de la población está hambrienta, qué hace que la industria farmacéutica sea uno de los negocios más rentables del mundo cuando miles de niños mueren de diarreas evitables, cuál es la relación entre las viviendas vacías y las miles de personas que duermen en la calle. Etcétera.
Etcétera
En Chiva, a muy pocos kilómetros de esta capital que ha celebrado con fuegos de artificio una edición más de su día anual, hay una mujer con cinco hijos -una mujer con cinco hijos- que sobrevive en una tienda de campaña en medio del campo. Una vida sana, sin duda. Lástima que carezca de horizontes. Como en todas las historias sencillas, los detalles son estremecedores. La familia vivía en un piso de un barrio marginal, el padre murió de un tumor cerebral y la madre perdió el empleo poco después. Se quedaron sin el piso y viven en la calle. Se supone que Bienestar Social tomará medidas -medidas- en el asunto. Cuando le sea posible. Mientras tanto, cinco niños y su madre viven en tienda de campaña y comen alguna cosa gracias a la ayuda de los que fueron sus vecinos. Aquí mismo, en los días en que se suspendió la jornada de la Copa del América por exceso de viento. A saber dónde estará ahora la tienda de campaña.
Tienda de campaña
A lo mejor la tiene preparada José Bono, por si la necesita para alguna tarea de defensa humanitaria. Este hombre es ministro del Ejército por no se sabe bien qué misterios del azar, pero lleva camino de comportarse de un modo incluso más estrafalario que el bufón shakespeareano Federico Trillo. No parece que sea exactamente lo mismo haberse apuntado en su día a la División Azul para matar comunistas en Rusia, una vez liquidados los de aquí, que haber colaborado en la liberación francesa de la ocupación nazi. Más bien se diría que, en 1942, y también ahora, es precisamente todo lo contrario. Aquello era todo excepto un limpio combate pugilístico en el que ganó el mejor. Mezclar combatientes de la libertad con buscabullas sin fronteras en la parada militar (que ésa es otra) del Día Nacional es como dar por concluida la existencia de víctimas y verdugos.
Víctimas y verdugos
Ésta es la hora en que no se sabe si Francisco Camps actúa como no lo hace por pusilanimidad o porque realmente está tan atado de pies, manos y cabeza que la mera insinuación de cualquier movimiento habría de resultarle nefasto. Aquel chiste, de los tiempos de la Revolución Cultural, que decía que la Banda de los Cuatro tenía rodeados a mil millones de chinos es, para el caso, de una similitud aproximada pero válida. Eduardo Zaplana ha comprometido su futuro incluso en esta comunidad, y no es probable que recupere el poder de antaño ni recurriendo a su imaginativo arsenal de artimañas sicilianas. Así las cosas, Camps no es la víctima de Zaplana, salvo que le venga de gusto o lo considere oportuno para ejercer ahí también su victimismo, por lo mismo que Zaplana no es ya sino la sombra apenas del verdugo de sí mismo con un futuro incierto.
Futuro incierto
Viendo lo que sucede en algunos colegios públicos de enseñanza primaria, no es de extrañar que en los de secundaria se formen clanes de adolescentes sin remedio que andan a hostias en las aulas, en el patio y en los alrededores de las instalaciones escolares. En los grupos de primaria ocurre como en todos los colectivos, que están formados por una diversidad de criaturas fuertes y menos fuertes, de manera que en el patio puede ocurrir de todo pese a la mirada y la buena voluntad de unos cuidadores siempre escasos y casi siempre desbordados. Los problemas crecen con el tiempo, como es natural si no se corrigen, y lo que era un empujón contra la verja en primaria se convierte en mochilas acuchilladas en secundaria. Y si en la Universidad no hay noticias de actos vandálicos de esa incipiente envergadura, salvo en algunas fiestas de bienvenida y en las curiosas trifulcas interdepartamentales, es porque allí los navajazos son algo más leídos y escribidos. Aunque tampoco siempre.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.