_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

¡Oh, cielos!

Tras temeraria gira por los confines del más allá, esta semana volvió a Madrid don Pantaleón, en pleno Ramadán. El anciano teólogo se ha topado con ruido de sotanas y con la presidenta de la Comunidad escoltada por "talibanes", al decir del vicealcalde Manuel Cobo. Don Pantaleón, hombre de firmes convicciones etéreas, está al borde de la alucinación mística. Ayer, en un homenaje que le dieron sus extraños amigos en un antro de la capital, resumió así su análisis de la situación:

-Madrid es el cielo, pero está alborotado y no lo entiende ni Dios. El perenne enfrentamiento entre la presidenta y el alcalde es algo así como si Santa Teresa y San Juan de la Cruz anduvieran a garrotazos. Esto es el fin de la Contrarreforma. Por otra parte, señoras y señores, no es normal que, en el cielo, la jefa de la oposición sea la Trinidad, precisamente, que además es socialista. Eso por no mencionar el espeluznante gusto estético del cardenal-arzobispo, plasmado en las vidrieras de Kiko Argüello. A San Juan de la Cruz Gallardón, patrono de las soledades, le están buscando las cosquillas y la incomprensión, pero lo están convirtiendo al mismo tiempo en un personaje shakesperiano atrapado en las garras populares.

-¡Gallardón es un superhéroe!

-Supermán ha muerto, muchacho.

Cuando está más gracioso don Pantaleón es cuando se cabrea. Por eso ayer sus amigos le llevaron a ver una pintada que hay en la calle Alustante, esquina a Puenteareas: "Haced bien el mal". El anciano se encabritó y se dejó llevar por un furibundo y desatinado trance lírico:

-Tres santas hay en el cielo que no las quiere ni Dios: Santa Bárbara, Sangría y la Santa Inquisición. Tres cosas hay en el mundo que me crispan la paciencia: el islam, el Vaticano y las Fallas de Valencia. En cuanto al alcalde, le sugiero que, cuando le acusen de abandonar a Esperanza Aguirre, conteste parafraseando el memorable antipoema de Nicanor Parra: "Esa mujer se abandonó a sí misma".

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_