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Columna
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¡Oh, cielos!

Tras temeraria gira por los confines del más allá, esta semana volvió a Madrid don Pantaleón, en pleno Ramadán. El anciano teólogo se ha topado con ruido de sotanas y con la presidenta de la Comunidad escoltada por "talibanes", al decir del vicealcalde Manuel Cobo. Don Pantaleón, hombre de firmes convicciones etéreas, está al borde de la alucinación mística. Ayer, en un homenaje que le dieron sus extraños amigos en un antro de la capital, resumió así su análisis de la situación:

-Madrid es el cielo, pero está alborotado y no lo entiende ni Dios. El perenne enfrentamiento entre la presidenta y el alcalde es algo así como si Santa Teresa y San Juan de la Cruz anduvieran a garrotazos. Esto es el fin de la Contrarreforma. Por otra parte, señoras y señores, no es normal que, en el cielo, la jefa de la oposición sea la Trinidad, precisamente, que además es socialista. Eso por no mencionar el espeluznante gusto estético del cardenal-arzobispo, plasmado en las vidrieras de Kiko Argüello. A San Juan de la Cruz Gallardón, patrono de las soledades, le están buscando las cosquillas y la incomprensión, pero lo están convirtiendo al mismo tiempo en un personaje shakesperiano atrapado en las garras populares.

-¡Gallardón es un superhéroe!

-Supermán ha muerto, muchacho.

Cuando está más gracioso don Pantaleón es cuando se cabrea. Por eso ayer sus amigos le llevaron a ver una pintada que hay en la calle Alustante, esquina a Puenteareas: "Haced bien el mal". El anciano se encabritó y se dejó llevar por un furibundo y desatinado trance lírico:

-Tres santas hay en el cielo que no las quiere ni Dios: Santa Bárbara, Sangría y la Santa Inquisición. Tres cosas hay en el mundo que me crispan la paciencia: el islam, el Vaticano y las Fallas de Valencia. En cuanto al alcalde, le sugiero que, cuando le acusen de abandonar a Esperanza Aguirre, conteste parafraseando el memorable antipoema de Nicanor Parra: "Esa mujer se abandonó a sí misma".

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