El líder pasa la prueba del 'derby'
Al Barcelona, muy superior, le alcanzó un gol de rebote de Deco para batir a un Espanyol sin respuestas
El líder pasó la prueba del derby sin mayor apuro, con una sencillez escalofriante, tan limpia y fácilmente que nadie hubiera dicho que en juego estaba el honor ciudadano. El Espanyol se quedó en la cuesta de Montjuïc, víctima de su propia ansiedad, y el Barcelona le despachó en silencio, con la suficiencia del que se siente favorito y administra su benevolencia sin herir susceptibilidades. Fue un partido tan fácil y descarnado que por momentos pareció que las dos hinchadas miraban para otro lado.
Quizá de manera premeditada, el Barcelona se dejó llevar desde el primer entrenamiento en un derby que el Espanyol manejó desde su casa. Lotina llevaba dos semanas con el partido metido en la cabeza, y a cada día relataba un nuevo detalle de su plan. El equipo blanquiazul fue un libro abierto desde que saltó a la cancha y los azulgrana le aguardaron tan panchos. Apretaba, presionaba y atacaba el Espanyol en campo del Barça: juego de anticipación frente a Ronaldinho y Eto'o, las tijeras de Ito y Morales ante dos costureras de la categoría de Xavi y Deco, Tamudo procuraba tirarse a las bandas para sacar a los centrales y Lo Pelat flotaba en la zona de Márquez, reconvertido en medio centro, desplazado de su zona defensiva. Mucho polvo, un poco de tralla y nada que contar en el bando local. Ni un rasguño entre los azulgrana, que por lo demás alcanzaron el descanso con un gol de ventaja en una contra de manual. Puyol le quitó la pelota a De la Peña, que quedó dañado en el suelo, y el equipo salió como un tiro, a lomos del camerunés Eto'o, hasta alcanzar la red después de un remate de Deco que rebotó en Morales. Hasta el gol se lo marcó el Espanyol.
ESPANYOL 0 - BARCELONA 1
Espanyol: Kameni; Ibarra, Pochettino, Lopo, David García; Ito, Morales (Álex Fernández, m. 61); Maxi (Amavisca, m. 61), De la Peña, Serrano (Corominas, m. 74); y Tamudo.
Barcelona: Víctor Valdés; Belletti, Puyol, Oleguer, Van Bronckhorst; Xavi, Márquez, Deco (Leo Messi, m. 82); Larsson, Ronaldinho y Eto'o (Iniesta, m. 67).
Gol: 0-1. M. 9. De la Peña pierde la pelota ante Puyol, Eto'o maneja la contra hasta área blanquiazul, abre al otro lado para Deco, cuyo remate toca en Morales y entra por la escuadra izquierda de Kameni.
Árbitro: Megía Dávila. Mostró la tarjeta amarilla a Morales, Gio, Larsson y Belletti.
Estadio Olímpico de Montjuïc: 34.400 espectadores. Asistió al partido Pasqual Maragall, presidente de la Generalitat, que fue silbado por una parte de la hinchada blanquiazul, y también el alcalde de Barcelona, Joan Clos. Leo Messi debutó en partido de Liga con el primer equipo del Barça. Hubo incidentes en el fondo sur.
Rijkaard recurrió a Iniesta, que tiene duende, y a Messi, que juega como un ángel
La paciencia redimió al Barcelona frente al punto de locura exhibido por el Espanyol a petición de su propio entrenador, Miguel Ángel Lotina. El desgaste local fue tremendo y, sin embargo, el marcador le era contrario. A favor de corriente y reducido inicialmente Lo Pelat, el Barça procuró no meterse en líos y dejó que la contienda transcurriera lo más plácidamente posible. Le faltó un poco de atrevimiento y también puntería, sobre todo en dos golpes francos frente al área, para cerrar el litigio ya en el descanso.
Eto'o tiene el punto de mira desviado, Larsson se desenfoca como extremo y Ronaldinho no desequilibra todavía como ocurría la temporada pasada. La debilidad de la delantera azulgrana obligó a esforzarse a su defensa y alivió las penas del Espanyol, que siguió dale que te pego, con Tamudo braceando y De la Peña metido en todos los fregados, especialmente con Puyol. Lotina echaba en falta a Dani, punto de encuentro en su equipo, mientras Maxi y Serrano no acertaban a aventar las bandas y se quedaban como atrapados en el embudo del centro del campo.
No avanzaba el Espanyol por culpa de su fútbol centrifugado y el Barcelona se partía a cada jugada. Fuertes defensivamente, o muy poco exigidos, los azulgrana pasaron el rato, desconectados a menudo los de abajo con los de arriba, sin poder combinar, como si hubieran perdido el hilo del juego con el parón de las selecciones.
El partido decayó malamente, matado a posta por el Barcelona, sin que el Espanyol pudiera levantarlo, presa de su actitud reverencial y de la impotencia ante su rival de toda la vida. No le quedó más remedio a Lotina que mover al banquillo y poner en escena a Corominas, un futbolista descarado, dispuesto a encarar a la acomodada zaga barcelonista, el único que fue capaz de rematar a portería.
Ocurrió, sin embargo, que el partido se puso tan dulce para los azulgrana que Rijkaard recurrió a Iniesta y más tarde a Messi, y los focos se posaron de nuevo en el Barça. Iniesta tiene duende y Messi juega como un ángel. Frente a la delicadeza barcelonista, Ivan de la Peña continuaba reclamando sin éxito un cierto protagonismo. Acelerado, Lo Pelat no tuvo nada que decir en un partido que se tomó como una cuestión personal para desdicha de su equipo, superado de nuevo por los acontecimientos.
Los blanquiazules se fueron desfondando según pasaban los minutos de mala manera y al Barcelona le valió un gol y un par de detalles para resolver el derby y, de paso, marcar las diferencias entre el líder y el quinto clasificado. La autoridad azulgrana fue de principio a fin incontestable. Llegó al partido a la hora en punto, contó un gol y, asegurado el triunfo, se retiró a la que el árbitro pitó el final. Un derby de guante blanco. La cháchara continúa en boca del Espanyol.
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