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Reportaje:UNA LITERATURA PLURAL

La poesía como rosa de los vientos

El mundo es un enigma a descifrar, y la misión del poeta es ésa: intentar descifrarlo", escribió Pedro Martínez Montávez a propósito del patriarca de los líricos árabes de hoy, el sirio-libanés Adonis (1930). Este descifrar, que es un salto hacia una zona no visible sino adivinada, incluye abarcar pasado y presente, realidad, símbolo y mito, vida material y vida del pensamiento, y todo ello lo encontramos en la poesía árabe contemporánea. De hecho el salto que da actualmente parte de otro anterior, aquel que supuso su entrada en la modernidad. Ésta se inició tímidamente en el periodo de entreguerras, de gran agitación sociopolítica en Oriente Próximo, que veía incumplidos los pactos de las potencias aliadas. A pesar de ello, el cambio poético no se orientó hacia el compromiso, sino que se centró en la forma, los géneros y los ritmos, y lo hizo a partir del romanticismo y el simbolismo europeo. Sucedía esto en los años veinte, gracias a los bardos del Mahyar, sirio-libaneses emigrados a Estados Unidos, y, posteriormente, con la revista Apollo, de El Cairo, de carácter parnasiano y simbolista.

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Con la Segunda Guerra Mundial y el despojo de Palestina, la poesía árabe cambia de signo y refleja las tensiones políticas e ideológicas, pero el verdadero salto lo da entre 1950 y 1970, primero en Bagdad, con la llamada "generación del 50 o del verso libre", a la que pertenecen la poeta Nazik al Mala Ika, campeona de la reforma técnica, Badr al Sayyab, que "modifica la visión global del nuevo poema árabe" (Federico Arbós) y Abd al Wahhab al Bayati, que lo lleva a sus últimas consecuencias.

Poco después en Líbano, la revista Ši'r (poesía) aglutina el grupo constituido por Adonis, Yusuf al Jal y Mohamed al Magut, que empiezan por publicar un manifiesto exponiendo su propósito de rebasar tanto la forma como el contenido tradicional, mediante "imágenes vivas" y experiencias subjetivas, lejos del anquilosamiento tópico, a través de la renovación del lenguaje y de elevar al hombre a objeto del poema. Este grupo, el iraquí, el poeta sirio Nizar Kabanni y la palestina Fadwa Tuqán, constituyen la primera promoción de vanguardistas.

Mientras tanto, en Palestina ha surgido ya la poesía de la resistencia que culmina con la voz inspirada y sabia de Mahmud Darwix (1942). Pero lo que sucede en la actualidad se corresponde con un "acontecimiento" que descubre Adonis, al presentar la obra del jordano Amjad Nasser, y es "el hecho de que un joven poeta árabe se exprese de modo distinto, creando un tono propio y una forma singular de escribir, cuando se ve acosado por una tradición poética ininterrumpida a lo largo de dos mil años y una escritura contemporánea prolífica".

Sucede que la integración de los valores de la poesía universal del siglo XX está dando resultados diferentes y llamativos. Entre los egipcios, si Ahmad Abd al Muti Higazi parece apoyarse en la más antigua tradición para dar el paso al futuro, Mohamed Afifi Matar se acerca a T. S. Eliot en su Cuarteto de la alegría. El marroquí Mohamed Bennis (1940), en cambio, esencializa sus poemas y los intensifica de tal modo que no sorprende que sienta afinidad con la poesía de Gamoneda, y su compatriota Ouidad ben Musa lanza al amado breves mensajes como haikus. La joven iraquí Amal al Djaburi, que vive en Alemania, amplía sus horizontes a través de Trakl y, por otra parte, incorpora la voz de mujer más antigua de todas las civilizaciones, la de la sacerdotisa Eduana, que tres mil años antes de Cristo cantó el cuerpo femenino como tentación para los dioses, mientras el yemení Nagib Muqbil recrea la antigua leyenda de Layla y Machnún y el libanés Abbas Baydur deja que un sobrio humor se filtre en sus nítidos versos.

Pero el mundo debe ser descifrado, por ello Mohamed Bennis, ante la situación actual, afirma: "A la poesía árabe moderna le conciernen estas mutaciones intolerantes e intenta meditar sobre los escombros que dan forma a nuestro mundo actual. Se enfrenta por tanto a una doble devastación y es difícil hallar para ella un sencillo nivel representativo, cuando todos los aspectos de la existencia individual y colectiva están descompuestos hasta la más aguda de las tragedias".

De ahí que la reflexión se halle siempre soterrada en casi toda esta lírica cuya brillantez de imágenes no logra distraernos de su profundo sentido, y es que la poesía, dijo Adonis, es "rosa de los vientos" donde todo se entrecruza. Pero también dijo que, ante todo, es fiel a la lengua y por ello, incluso en esta época de globalización, escribió: "Éste es mi poema vestido de su caftán: / el ritmo es sangre que fluye a borbotones por las venas del presente".

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