El jazz, los pájaros y la piel del elefante
La Orquesta de Cadaqués, agrupación que responde al talento y la imaginación de Llorenç Caballero y, actualmente, al del maestro milanés Gianandrea Noseda, goza, con justicia, de estimación muy elevada y de las simpatías de la filarmonía de cualquier ciudad. Méritos puestos a prueba en su octava intervención en los ciclos de Ibermúsica. Su programa de esta vez -siempre distinto a la mayoría y huidizo de lo rutinario- comenzó con la Suite sobre Goyescas, de Enrique Granados, según orquestación de Albert Guinovart (Barcelona, 1962), también excelente pianista y estudioso del piano. Su versión de la ópera de Granados simplifica y aclara el original, pues está pensada para formación "de cámara", con gran respeto y refinada inteligencia.
Ciclo Orquestas y Solistas del Mundo
Orquesta de Cadaqués. Director: G. Noseda. Solista: M. Camilo, piano. Obras de Granados-Guinovart, Rueda, Camilo y Respighi. Auditorio Nacional. Madrid, 13 de octubre.
De otro gran valor, esta vez madrileño, del compositor Jesús Rueda (1961) disfrutamos de Elephant skin (Piel de elefante), pensada para el Concurso Internacional de Directores de Cadaqués y estrenada en julio de 2002. Rueda, perteneciente a la generación siguiente a la de Halffter, De Pablo o Guinjoan, se mueve dentro de una estética sólo definible desde la idea de libertad que parece asumir la consigna de Falla: "Siga cada cual su gusto y sus tendencias".
Pulso firme
Las de Rueda arriban invariablemente a partituras de mucha calidad, seguro planteamiento y consecuente realización, y en su continuidad se abre a sugerencias estilísticas de vario orden unificadas por el pulso firme y el saber del compositor. El éxito redondeó una interpretación excelente.
La tercera "sorpresa" corrió a cargo del pianista y compositor dominicano, formado en su país y en EE UU con Soriano y Latainer, Michel Camilo (Santo Domingo, 1954), entusiasta del jazz, al que incorpora ritmos y características hispanoamericanos hasta definir su hacer como "jazz con sabor caribeño". Su virtuosismo pianístico, su práctica de lo "improvisatorio", campea en una suite para arcos y arpa con piano protagonista, que provocó una acogida unánime de la audiencia que supo apreciar la música de Camilo como "divertida", según término del artista.
Para concluir la tarde musical se nos propuso la suite de Los pájaros, de Ottorino Respighi, uno de los recuperadores de la música pretérita, en lenguaje orquestal vivo, fascinante y poético como heredero de los principios de Rimsky. Los pájaros se basa en temas de Pasquini, Jacques de Gallot, Rameau y un anónimo inglés. Pese a la orquesta no excesiva, estos pentagramas respighianos chisporrotearon en su juego vital con las antiguas melodías, los ritmos y colores propios del primer cuarto del siglo XX.
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