"Ya ha pasado mucho tiempo y esos rencores hay que eliminarlos"

"Unos y otros luchábamos por España, cada uno desde nuestros ideales", afirma Ángel Salamanca Salamanca, de 84 años, natural de Escalonilla (Toledo), uno de los tres veteranos de la División Azul que hoy estarán en la madrileña plaza de Colón.

Ayer al mediodía, José Bono le invitó a comer en la sede del Ministerio de Defensa, junto a las 30 personas que participarán en el homenaje. Pero lo que más le impresionó, explica, es que un viejo soldado republicano se le cuadrara al entrar. "¡A sus órdenes mi teniente!", le dijo, tendiéndole la mano. Y él se la estrechó.

En realidad, Ángel Salamanca nunca fue teniente mientras estuvo en activo. En julio de 1942 se unió a la División Azul, que Franco envió al frente ruso en apoyo de Hitler, y siete meses después cayó prisionero. Pasó 11 años en los campos de concentración soviéticos y regresó a Barcelona en abril de 1954. En el mismo barco venían aviadores republicanos, con los que compartió penalidades y miseria después de que la República, ya derrotada, dejase de pagar su manutención. Una vez en España, recibió la medalla militar individual, pero el franquismo no cumplió su promesa de darle el mismo grado que a sus compañeros de promoción y Ángel, como otros suboficiales de la División Azul, pidió la baja en el Ejército como forma de protesta.

Cuando se le pregunta por los crímenes del nazismo, Ángel contesta: "Estoy absolutamente en contra de esas barbaridades" y se defiende afirmando que él no fue a apoyar a Hitler sino a "luchar contra el comunismo".

"El que más y el que menos tenía espinas clavadas de la guerra civil y se las quería sacar", explica. Se unió al bando de Franco cuando tenía 17 años, porque los republicanos habían matado a 23 parientes suyos; entre ellos dos tíos y cinco primos. "Pero es agua pasada que no mueve molino", replica. "Ya ha pasado mucho tiempo y esos rencores hay que eliminarlos".