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Entrevista:MIREIA BELIL | Directora de los diálogos del Fórum de Barcelona

"Estuvimos, todos, demasiado cautivos de los 'vips"

Tomàs Delclós

Mireia Belil es geógrafa y estudió en Berkeley planificación urbana y regional. Cuando volvió a Barcelona empezó a trabajar en temas internacionales a través de una asociación, luego empresa, que creó sobre estudios urbanos. Su primer gran encargo fue una encuesta urbana, la primera recogida de datos estadísticos y políticos sobre regiones urbanas mundiales con financiación de Naciones Unidas. Era el año 1986. Seis años más tarde fue a la sede de Habitat, en Kenya, a transferir la metodología del trabajo. Aprendió algo de swahili y de ahí que su empresa se llame Borakasi (trabajo bien hecho). En noviembre de 2001 le ofrecieron la dirección de los diálogos del Fórum, que deja el próximo día 15. Es la hora del balance. Borakasi, a pesar de todos los pesares.

"No ha habido pagos ocultos ni nadie ha cobrado más de 1.000 euros"

Pregunta. ¿Qué se encontró?

Respuesta. Me lo pensé bastante. Era la primera vez que me ofrecían un contrato laboral. Es un detalle importante, al margen de poder cobrar el paro. Y es que estaba acostumbrada a tener clientes, pero nunca jefes. Es algo muy distinto. Acepté. El 2 de enero de 2002 me incorporé. Había mucha historia acumulada, muchos proyectos presentados, aceptados, rechazados... Y había algo brutal: sobrevolaban por la ciudad 50.000 millones de pesetas para hacer el Fórum.

P. ¿Sabían lo que querían hacer?

R. Se definió un presupuesto sin tener concretado lo que se quería hacer. Supongo que tiene su lógica, pero era chocante. Fijamos los criterios de contenido y organizativos. Una de las dificultades que tuvimos es que la fijación de temas y la organización de los diálogos iban por separado. No lo entendía porque forma y fondo han de ir juntos. Ello creó alguna disfunción y nos pidió un sobreesfuerzo de coordinación. El modelo hubiera tenido que ser más flexible. Tuve la gran suerte que después de algunos meses nombraron a Laura Tremosa directora de logística de los diálogos y nos entendimos muy bien. Por eso ha funcionado. La estructura era ilógica.

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P. ¿Cuál fue la siguiente tarea?

R. Definir los diálogos y 13 o 14 reuniones con la comisión de sabios.

P. ¿Qué pasó con los sabios?

R. Tras el examen final firmaron un informe de conformidad con el programa. Plantearon algunas reticencias a determinadas exposiciones, pero estuvieron de acuerdo con la programación de los diálogos... y desaparecieron.

P. Dimitieron?

R. Sólo sé que hicimos estos exámenes finales y apoyaron la propuesta. Era mayo o junio de 2002.

P. Hubo diálogos promovidos por el Fórum y otros acogidos por la organización, pero promovidos por terceros. Algunos vips anunciados nunca llegaron.

R. En el caso del área científica el tiempo fue un problema porque trabajan con una agenda a muy largo plazo

P. Participó gente muy interesante que se benefició de que algunos vips no estuvieran porque no les taparon su discurso.

R. Estar atentos sólo a los vips quiere decir que no se entendió lo que hacíamos. Los vips eran un atractivo mediático, pero los diálogos no eran reuniones de vips. La comunicación externa fue deficiente porque sólo interesaban los vips y algunos medios sólo eran capaces de movilizarse en función de ellos. Estuvimos, todos, demasiado cautivos de los vips.

P. ¿Cómo trabajaba con los directores de cada diálogo?

R. Fijábamos los criterios del Fórum. En general, lo conseguimos. Tutelábamos la coherencia de las temáticas. Y la coherencia de ponentes. Rigoberta Menchú, por ejemplo, podía aparecer en muchos diálogos y había que evitarlo. Creo que proporcionamos nombres de ponentes muy interesantes y diferentes que no eran los nombres que ocupan la red habitual de los congresos. Empezamos a enviar invitaciones en noviembre de 2002. Algunos anticiparon nombres que no estaban comprometidos.

P. ¿Hubo muchas negativas por motivos ideológicos?

R. Sólo Noemi Klein no vino por discrepar del Fórum. pero vinieron George, Ramonet, Cassen, Shiva... Otros, como Clinton, no vinieron porque sólo pagábamos 1.000 euros. En el caso del Dalai Lama tengo el informe médico de su enfermedad. El único que me sabe mal que no haya venido al final, por razones de salud, es Nelson Mandela. La gente ha venido sin necesitarnos. Venir al Fórum no creaba currículo porque era el primero. No era ir a Davos o Porto Alegre. La galería de ponentes y participantes es muy positiva. Las razones que han habido para no venir fueron: agenda comprometida, enfermedades y accidentes familiares. Y una minoría que pidió más dinero. No ha habido pagos ocultos ni nadie ha cobrado más de 1.000 euros.

P. ¿Los diálogos eran centrales para la organización?

R. Al principio no lo eran, particularmente en la comunicación. Existía el sentimiento de que las ideas eran centrales, pero no los diálogos, que tenían que atraer a poca gente. Quizá como dijo Judith Astelarra en EL PAÍS, empezamos como el patito feo y terminamos siendo el cisne. O al menos un pato más!

P. El lema Moure el món ¿fue excesivo? ¿Y la referencia a Porto Alegre? Porto Alegre se asocia a un proceso de debate distinto al de un desfile de ponentes.

P. Moure el món no lo utilizábamos en nuestras relaciones externas. Vendíamos la propuesta y los contenidos. Nos ha pesado más en la prensa. La referencia a Porto Alegre no es afortunada. Porque compararse con algo que tiene una especificidad cuando tú todavía careces de ella es absurdo. La referencia a Porto Alegre o Davos era ideológica, no de modelo de encuentro. La especificidad del Fórum era reunir agentes sociales diferentes, pensaran lo que pensaran. Porto Alegre es de movimientos sociales. Davos es de líderes económicos y políticos. Aquí lo especí fico es que hemos juntado sociedad civil en el sentido amplio (desde la ONG conocida a la asociación pequeña), desde el líder a organismos internacionales. El responsable de la organización de migraciones me comentaba que podía pasarse todo el año reunido con gente de migraciones, pero aquí compartió la mesa con escritores, científicos, otras personas.

P. Faltaron voces más antipáticas, discrepantes.

R. Hubo voces muy discrepantes, pero estuvieron más contenidos que en sus libros o artículos. Rohan Gunaratna empezó su intervención diciendo que España es un país estúpido porque había retirado las tropas de Irak... Mayoritariamente vino gente con ganas de cambiar el mundo. Algunas voces antipáticas fueron los que pidieron más dinero y no vinieron. Ha habido ideas rompedoras, no en el sentido de que descubrieran algo nuevo sino que marcarán el futuro. Y la exposición de ideas complejas es difícil de transmitir. Es verdad que en algunos diálogos, sobre todo si eran impulsados por una organización, todos los ponentes eran de la misma cuerda. Pero no fue la tónica general. De los 50 diálogos, el Fórum organizó directamente tres y produjo otros 27. A la hora de tramitar las invitaciones quizá faltó un referente, una figura intelectual potente que desde el Fórum convocase a estos personajes y lo reconocieran. Yo firmaba las cartas de invitación a Clinton. Y es obvio que yo no soy su referente. En estos casos habrá sido más útil poder presentar otro anfitrión. Alguno que pudiera llamar al New York Times y publicar un artículo.

P. ¿Cuál es el legado?

R. Al margen de los documentos y las ideas, hay un legado intangible relevante. Hay 2.500 participantes que están explicando lo que fue el Fórum y Barcelona en sus países. Ha sido una concentración insólita de conocimiento y se han creado unas redes de relaciones cuyo potencial se desplegará en el futuro. Varios países han pedido a Barcelona ayuda para organizar reflexiones sectoriales sobre sus problemas a partir del modelo de debates del Fórum. La apertura de una agencia Global Compact supondrá la reunión cada septiembre en Barcelona, al amparo de la ONU, de 450 expertos y empresas para avanzar en un modelo de responsabilidad social. Si tuviera que enumerar los temas que pueden tener una mayor proyección serían: el turismo sostenible y la diversidad cultural; la convivencia y la cultura de resolución de conflictos; la Agenda 21 de la Cultura, y la lucha contra la pobreza desde la perspectiva de una glohbalización más justa.

El precio no era un obstáculo

P. Ha habido poca participación femenina?

R. Intentamos el equilibrio. Al final, ha sido del 26%. Curiosamente, es de donde hemos recibido más negativas a participar porque las mujeres conocidas son menos y tienen una agenda más repleta, están más solicitadas. Es un indicio de la situación mundial de la mujer. Pero algunas de las mejores sesiones fueron de ellas.

P. Se ha dejado de hablar del Fórum muy deprisa.

R. Casi mejor. El Fórum tiene sentido como trabajo de fondo. Se tendrá que hacer un debate sobre lo que se ha hecho y dicho y cómo nos lo aplicamos. Algunos intelectuales no iban a los diálogos pero los ciudadanos llenaban las 141 preguntas. ¿Por qué la intelectualidad del país se siente alejada de cosas que interesan a su sociedad? El Fórum gustaba a la gente que lo visitaba y algunos consideraban que era una cultura de perfil bajo. Deberíamos revisar conceptos. No podemos despreciar lo que interesa y atrae a la gente.

P. ¿El precio fue un obstáculo?

R. No. Hubiera preferido otra política de precios, dando opción de acceder sólo a los diálogos, pero con ello los desvinculabas del recinto, y era importante estar en él.

P. ¿La excusa del precio esconde un déficit de interés cultural?

P. Creo que sí. Mucha gente dice que no podía venir porque trabajaba, pero todos los sábados y domingos hemos tenido diálogos y no había más gente. En cambio, el lunes puente de la segunda Pascua, del diálogo del agua, sin Gorbachov, tuvimos 800 personas.

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