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Columna
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El pensar

Es difícil escribir sobre un libro con frases cortas que pesan como piedras; con la fuerza de los discursos cortos, como decía Sócrates -perdón por la cita que me han soplado- hace tanto tiempo y que ahora se cultivan en la publicidad y en las informaciones televisadas; con un laconismo que Mariano Peñalver considera una forma de expresión andaluza y que conoció y admiró en el Juan de Mairena de Antonio Machado, personaje al que dedica el libro como homenaje. En Ni impaciente ni absoluto, o cómo disentir de lo único (Premio Manuel Alvar de Estudios Humanísticos 2004) el autor afirma que no saber decir es no saber lo que se quiere decir, y eso me ha dado la pista de elegir un único pensamiento que es lo que cabe en tan corto espacio.

En la presentación del libro, Peñalver definió su obra como de ocurrencias del pensar, y añadió que mucha gente escribe lo que se les ocurre sobre algunas cosas que llaman su atención. Puede que fuera un reto para motivarnos, un deseo de que así fuese y, desde luego, la elegancia que le caracteriza; porque en el libro deja muy claro que la cultura actual no es la de la reflexión sino la del instante, el placer y la impaciencia. Dice también que queremos ser todos y estar en todos los lugares al mismo tiempo, y además queremos que todo dependa de mí. Que mi yo no desaparezca. Es decir: ser Dios mismo. Adán y Eva fracasaron en el intento. ¡Así, cómo vamos a tener tiempo para pensar! Ni para leer: Muchos piensan que lo mejor de un texto es su resumen, su extracto. -¿De qué va Guerra y Paz? Va de Rusia-. Pero es que creo que tampoco hay ganas; porque ¿pensar en qué? ¿en la violencia? ¿en el arte y el placer? ¿en el hacer y el deber? ¿en Dios? ¿en la muerte?. ¡A quién se le ocurre! Y si hubiera tiempo y ganas seríamos muchos los que no sabríamos cómo empezar.

¿Es bueno el pensar? ¿es constructivo, productivo? Si así fuera habría que enseñar a pensar desde la infancia, para que llegáramos a querer pensar; pero la educación, en último término, depende del poder. Es el poder (político, económico, comunicativo, axiológico, etcétera) el que controla y domina el querer diverso y libre de cada uno.

¡Lo que yo hubiera dado por escribir un libro así!

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