Una exposición rescata los símbolos de la rebelión punk a través de los Sex Pistols
La exhibición en Londres incluye camisetas, carteles y folletos promocionales
Punk: un cuento verídico y sucio, la nueva exposición de la galería Hospital de Londres, recoge las prendas de vestuario, los carteles y otros documentos gráficos de promoción que hicieron de los Sex Pistols el enemigo número uno del establishment británico y revolucionaron la estética y movida cultural de la segunda mitad de la década de los setenta. El movimiento punk supuso un momento de ruptura cultural y enfrentamiento generacional, el último amago quizá de revolución juvenil, cuyos símbolos se han integrado con naturalidad en la cultura comercial de masas.
Un imperdible atraviesa la boca de la imagen de la reina Isabel
'Punk: un cuento verídico y sucio' reúne 70 artefactos e imágenes
El título de la muestra resulta ambicioso en esta fase de continuo revival de las modas y tendencias de décadas anteriores. Para penetrar en la historia del punk, ese movimiento que nació en Nueva York a mediados de los setenta y alcanzó su mayoría de edad en su adaptación londinense, habría que recurrir a England's dreaming, el nuevo CD compilado por el autor británico Jon Savage, genuino cronista de la movida. Savage, que antes editó un libro del mismo título, aporta la banda sonora de la década a través de 25 canciones de grupos y artistas como Iggy & The Stooges, Siouxsie and the Banshees, Patti Smith, Devo y Buzzcoks, entre otros.
Curiosamente, faltan los Sex Pistols en el compilatorio de Savage. Sus canciones no necesitan ser rescatadas del olvido. Siguen presentes en el imaginario social, aunque sin la carga explosiva que causaron en su día títulos como God save the Queen o Anarchy in the UK. ¿Quién cree hoy en la ambición revolucionaria de una banda cuyo cantante original, el legendario Johnny Rotten, se presta a participar en la versión británica de Gran Hermano, en medio de la jungla, junto a otras celebridades?
Pero los Sex Pistols sí fueron determinantes en la gestión y propagación de la imagen punk. Y en ellos se concentra la exposición de la sala Hospital, un complejo audiovisual fundado hace un par de años por Dave Stewart, guitarrista de Eurythmics, y Paul Allen, el millonario copropietario original del gigante Microsoft. Exposiciones sobre la movida hip hop y los fotógrafos Annie Leibovitz y Richard Young precedieron la apertura de esta incursión punk, que permanecerá abierta en su ubicación de Covent Garden hasta el 23 de enero.
Regueros de sangre
Un cuento verídico y sucio reúne unos 70 artefactos e imágenes de la colección particular de Andrew Wilson, actual subdirector de la revista Art Monthly, y Paul Stolper, un marchante de arte que representa, entre otros artistas, a Peter Saville, autor de las más míticas portadas de entregas de Roxy Music y Joy División. La pareja lleva más de quince años recolectando recuerdos de los Sex Pistols, incluidos varios carteles que adornaban la habitación del Hotel Chelsea, de Nueva York, de Sid Vicious y su novia, Nancy Spungen. Uno de ellos, utilizado en la promoción del tema Never mind the bollocks, reproducido en grandes letras sobre fondo amarillo y junto al logotipo del grupo, desvela manchas rojizas en su parte inferior. Son regueros de sangre del bajista, que utilizaba la cartulina para limpiar su jeringa, según afirman los propietarios de la reliquia y comisarios de la exposición.
La huella de Malcolm McLaren está presente en cada uno de los objetos exhibidos. Representante de los Sex Pistols, McLaren no sólo ejerció como diestro publicista, sino que, de acuerdo con ambos comisarios, "manipuló las relaciones culturales entre el arte, la música, la moda y el diseño, dictando la imagen visual punk y definiendo sus actitudes". Contaba en este proyecto con la ayuda de sus dos lugartenientes de entonces: la modista Vivienne Westwood, con quien montó las boutiques Sex y Seditionaries, foco de encuentro de la élite juvenil de los setenta, y Jamie Reid, cuyos diseños gráficos abrieron sendas creativas nunca explotadas hasta entonces.
Las camisetas de Westwood aguantan bien el paso del tiempo. Con las mangas recortadas, sin cuellos algunas, con trozos de muselina sobrepuestos sobre el algodón, la creadora construyó formas que todavía se ven en los escaparates de las boutiques de moda contemporánea.
Lo mismo sucede con sus camisas paracaidistas, sus jerséis de mohair y pantalones de combate, algunos confeccionados en lana de cuadros escoceses que ella misma rescató de la herencia británica como arma de lucha contra la tradición.
Jamie Reid fue el creador indiscutible de la imagen gráfica de los Sex Pistols. Las letras del nombre del grupo, construidas como si se tratara de un mensaje anónimo reclamando el pago de algún rescate han sentado escuela.
Irreverente hacia los símbolos y mitos ingleses, Reid manipula un retrato oficial de la reina Isabel II, del consagrado fotógrafo Cecil Beaton, para difundir la agresividad que se esconde tras el lema y título del famoso tema God save the Queen. Un imperdible atraviesa la boca de la imagen de la reina, que ese año celebraba su jubileo. En otro cartel, con la bandera nacional de fondo, sus ojos y boca están tapados por los logos de la banda.
La muestra contiene un amplio abanico de diseños originales de Reid, con excepción de las portadas de los discos de los Sex Pistols. Sorprende el caudal de material promocional-en folletos puntuales destinados al público y en documentos distribuidos a la prensa- que McLaren encargó para cada una de las entregas y giras de su grupo, desde Holidays in the Sun, a Petty vacant y Anarchy in the UK o No feelings. Estas imágenes contribuyeron masivamente en la censura que los Sex Pistols conocieron en su día.
Babelia
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