"Para ganar, Kerry tiene que ser identificado con el cambio seguro"
Si participar en campañas electorales exitosas es una credencial para saber lo que puede ocurrir el próximo 2 de noviembre en Estados Unidos, el español Nicolás Checa, de 38 años, afincado hace años en Nueva York, puede presumir de poseerla. Director general de la firma Kissinger McLarty Associates, Checa ha tomado parte en las campañas presidenciales de Bill Clinton en 1992 y 1996; de Vicente Fox en México; de Fernando de la Rúa en Argentina y de José Luis Rodríguez Zapatero en España.
Pregunta. Kerry y su equipo creían que bastaba con dejar que Bush se desgastara para ganar. ¿Por qué?
Respuesta. Se hizo una apuesta muy arriesgada. Como a Bush le iban mal las cosas, lo único que cabía era esperar. En lugar de reposicionar la marca política demócrata a través del nuevo producto John Kerry, la campaña resucita Vietnam, reforzando las dudas del pasado. Los demócratas no entendieron que el problema era la marca, y no el producto, porque fue evidente que Kerry iba bien en la primavera. Algo parecido había sucedido en España con el PSOE, donde todo el peso terminó por recaer en el candidato.
P. Si gana Kerry el 2 de noviembre, ¿pudo ser el primer debate ese momento en que, retrospectivamente, se anticipa la pérdida de unas elecciones?
R. Es posible, sí. Hay un fenómeno muy interesante que ayuda a entender qué está pasando. Los demócratas tuvieron una de las peores convenciones de la historia, y los republicanos una de las mejores, lo cual dio una ventaja de 10 puntos a Bush. Pero tanto por la situación en Irak como por las dudas sobre la economía, y pese a que Kerry no mejoraba -hasta ese debate-, la diferencia cayó de 10 a cinco puntos. Entramos, pues, en el primer debate con una pérdida de ventaja por parte de Bush. La inercia de este proceso es esencial. No porque cambie radicalmente la situación, simplemente porque consolida la percepción del público. Bush venía bajando, Kerry iba subiendo un poco. Y ganó el debate. La inercia está a su favor.
P. Y tras el tema de Irak, los otros debates, como el de la economía, por ejemplo, le son más favorables...
R. Sí, pero para llegar a ellos Kerry necesitaba el aprobado en el tema de la seguridad, el terrorismo y la guerra de Irak. Estos tres asuntos van juntos, están confundidos en la mente de la gente. Es todo lo mismo. La economía es muy importante, pero sólo si se ha logrado garantizar los mínimos de la seguridad se puede empezar a entrar en los temas del bolsillo. No es que uno vaya a ser mejor o peor en los otros terrenos.
P. ¿Cree que Bush cambiará ahora lo esencial de su campaña?
R. Bush no tiene políticas. Hace una campaña que se parece más a la de un candidato alternativo que la de un presidente que se presenta a su reelección. Bush no puede satisfacer la demanda de cambio que existe en el mercado norteamericano y en el marco de un público muy polarizado. Él ha dicho que Bush es más de lo mismo, pero lo que Kerry tiene que decir a los electores es: si no quieren el cambio, voten por Bush; pero si ustedes de verdad no están contentos, voten por el cambio, es decir, por mí. En mensaje es simple: yo soy el cambio. Por lo que se refiere a Bush, seguirá con la misma campaña: parece más la de un candidato que desafía al presidente que la de un presidente que aspira a la reelección. Es decir, seguirá con el tema de la incapacidad de Kerry.
P. En resumen: ¿Kerry puede ganar?
R. El índice de aprobación de Bush ha vuelto a caer después del primer debate y los norteamericanos muestran disconformidad con la guerra de Irak y la situación actual. En estas condiciones, Kerry debería ganar. Pero debe aprovechar la situación para mejorar la presentación de su oferta. Ganará sólo si logra ser percibido como la identidad del cambio seguro.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.