Fraga deja en manos de Rajoy la candidatura a las elecciones gallegas
El presidente de la Xunta califica a los rebeldes de Ourense de "grupo ejemplar"
Con aspecto mejorado, el presidente de la Xunta, Manuel Fraga, alardeó ayer de su capacidad para aguantar lo que le "echen encima" y aseguró que no ve motivos para reconsiderar su propósito de concurrir de nuevo a las elecciones autonómicas del próximo año. Esa decisión, precisó Fraga, correspondería, en todo caso, al PP y a su líder, Mariano Rajoy, con quien se entrevistará en los próximos días. "Naturalmente, el que tiene que planteárselo es el partido", afirmó el presidente gallego tras la reunión semanal de su Consejo de Gobierno. "Yo, como hice con Aznar, he puesto toda mi persona a disposición del nuevo presidente".
Fraga se esforzó por ofrecer un mensaje tranquilizador sobre su estado de salud, consciente, al igual que sus colaboradores, del impacto que han tenido las imágenes de su desmayo, el pasado martes, en el Parlamento gallego. El presidente de la Xunta se ufanó de que en sus 15 años en el cargo ha demostrado "una salud de hierro" y "una capacidad de trabajo superior a la media". "Por ahora, parece ser que aguanto lo que me echen encima", sentenció.
Con esa voluntad, Fraga fue contundente al responder a la pregunta de si alguien en el PP estaba reconsiderando su candidatura en las elecciones autonómicas de otoño del próximo año. "Yo, desde luego, no", contestó. La decisión final, advirtió, corresponde al partido, aunque deduce que tampoco tiene ese propósito tras haber oído las últimas declaraciones al respecto de Mariano Rajoy. Una vez desactivada la crisis en Ourense, Fraga descartó la disolución del Parlamento autónomo, pero advirtió de que el calendario electoral siempre es susceptible de ser variado por "razones diversas".
El presidente de la Xunta siguió alimentando el enigma sobre las condiciones que ha pactado con el líder del PP de Ourense, José Luis Baltar, tras una conversación de apenas 20 minutos, para conjurar la amenaza de una escisión en el partido. "Fue una reunión entre amigos", dijo para justificar su silencio. "Y las pláticas de familia no son para declaraciones públicas".
El sector que hace apenas diez días amenazaba con abandonar el partido ha pasado ser "el ejemplar grupo orensano", como lo calificó Fraga. Baltar es un "querido amigo", y el presidente mantiene también una "personal amistad" con su antiguo delfín, Xosé Cuiña, al que los dirigentes del PP señalan como el instigador último de la crisis por sus ambiciones de suceder a Fraga. El conflicto de los últimos días, explicó, ha servido para hacer una serie de "precisiones" que han permitido "asegurar" lo que "era ya una magnífica convivencia".
La crisis en el Partido Popular gallego se declara oficialmente cerrada a sólo dos semanas de la celebración del congreso regional del partido, en el que, según la versión de Baltar, se plasmarán algunos de los acuerdos alcanzados. Pero el hermetismo es tal que Fraga ni siquiera quiso confirmar si continuará en su cargo el secretario general, Xesús Palmou, cuyo cese reclaman desde hace meses tanto Baltar como Cuiña.
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