Esperanza Fernández, un puente entre músicas

Esperanza Fernández no recuerda bien el año, "hace 14 o 16", pero fue en una Bienal de Flamenco de finales de los ochenta cuando se abrieron sus horizontes musicales de la mano del pianista, también flamenco, David Peña Dorantes. Enrique Morente le "dio" una soleá y ella la cantó acompañada por el piano de Dorantes, el mismo que lleva la dirección musical de Evocación, el concierto que la cantaora estrenará esta noche en el teatro Lope de Vega, dentro de la Bienal de Flamenco.

Desde entonces, esta trianera de 38 años, no ha cesado en su empeño de crecer en el flamenco y acercarse a otros mundos. La lista de músicos con los que ha trabajado incluye nombres como el del director Yehudi Menuhin, el compositor Mauricio Sotelo, la Orquesta Sinfónica de Barcelona o El amor brujo de Falla que grabó junto a la Orquesta Nacional de España y dirigida por Rafael Frühbeck de Burgos.

"Si hablamos de flamenco tradicional, debe serlo realmente, y cuando se trata de fusión con otras músicas tienes que conocer muy bien la raíz de cada una de ellas y ser muy profesional", explica la cantaora que tiene una larga experiencia en colaboraciones. "Me he acercado a la música clásica, contemporánea, al jazz. Ahora lo que más me gustaría sería hacer un dúo con una cantante de ópera, sería maravilloso cantar a Falla con Teresa Berganza", sueña Esperanza, quien subió por primera vez a un escenario a los 12 años, en las galas juveniles del Lope de Vega, pero entonces como bailaora.

"Fue mi padre -el también cantaor Curro Fernández- quien me insistió en que yo podía cantar mejor que bailar", recuerda. La cantaora, que este verano ha participado en El café de Chinitas -la coproducción de varios festivales de música entre ellos el de Granada- con el que se ha conmemorado el nacimiento de Dalí, ha dado un paso más en su carrera para colaborar con músicos árabes en Almadía, un montaje que estrenó en París y con el que está de gira. En noviembre llegará hasta Eslovequia.