_
_
_
_
_
MIKEL ALBIZU IRIARTE, 'MIKEL ANTZA' | Jefe del 'aparato político' de ETA | CAE LA CÚPULA TERRORISTA

De la estrategia de la negociación al desbordamiento del Estado

Mikel Albizu Iriarte, Mikel Antza, (San Sebastián, 1961) es el dirigente de ETA que más tiempo ha estado al frente de la banda terrorista. Desde su aparato político impulsó en los años noventa el decisivo cambio que llevó a ETA a sustituir la estrategia clásica de utilizar la violencia para alcanzar la autodeterminación mediante la negociación con el Gobierno español, por otra fórmula. Consistía ésta en conseguir el desbordamiento del Estado, usando el terror para romper la unidad de los demócratas en Euskadi, y avanzar en la "construcción nacional" mediante un pacto entre los nacionalistas, cuya expresión, luego frustrada por la ruptura de la tregua, fue el Pacto de Lizarra de septiembre de 1998. En este sentido, Antza ha sido un factor de continuidad y de ruptura entre la vieja ETA de Txomin Iturbe, que muta en 1992 con la caída de Bidart, y la nueva ETA del cambio generacional y la kale borroka.

Antza ha sido en ETA un factor de continuidad y de ruptura entre la antigua organización de Txomin Iturbe y la nueva de la 'kale borroka'
Más información
La policía francesa descabeza a ETA con la detención de Mikel Antza y Anboto
La policía francesa halla más explosivos y una galería de tiro durante la operación contra ETA

Además de su largo mandato como autoridad intelectual de la banda, hay otro dato en su biografía que le otorgó prestigio interno desde un principio. Preparó y protagonizó la fuga de la cárcel de Martutene (San Sebastián) de Joseba Sarrionaindia y de Iñaki Pikabea, que cumplían condenas de 22 y 33 años respectivamente, escondiéndoles en el interior de los bafles utilizados en el concierto que dio en la prisión el cantante Imanol. Corría 1985, y Albizu era entonces un escritor que empezaba a despuntar con fuerza en la incipiente galaxia de la cultura vasca, donde había conseguido algún premio literario. Esta operación espectacular, con ciertos tintes románticos -Sarrionaindia era ya entonces un poeta de culto en el mundo euskaldun- fue su bautizo en la clandestinidad en Francia, donde tuvo que refugiarse. Es el único episodio de acción que se conoce del hasta ahora ideólogo de la banda.

A las órdenes de Ternera

Nacido en el seno de una familia donostiarra acomodada y nacionalista -su padre perteneció a Ekin el embrión del que nació ETA a finales de los cincuenta-, Antza llegó a la organización terrorista con un bagaje intelectual que le permitió acceder directamente al aparato político. Entró a las órdenes de Jose Antonio Urrutikoetxea, Josu Ternera, entonces al frente de éste, y de José Luis Alvarez Santacristina, Txelis, que le sucedió al ser detenido en 1989. En esos primeros años, Antza vivía en París, estudiaba en la Universidad de Nanterre, del mismo modo que Txelis lo había hecho en La Sorbona, y multiplicaba sus contactos con jóvenes franceses. Así se forjó una red de colaboradores que le ha permitido vivir en la clandestinidad casi 20 años, escabulléndose de la vigilancia policial.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

La detención de los máximos dirigentes de ETA en Bidart, en marzo de 1992, entre los que se encontraba Alvarez Santacristina, supuso su acceso a la dirección política de ETA, en un momento crítico por su extrema debilidad. Mientras la presión policial consiguió detener, en poco más de un año, a tres jefes militares sucesivos, el aparato político dirigido por Antza se vio obligado a asumir que ETA no era imbatible, más bien al contrario sobrevivía a duras penas a la ofensiva del Estado. Esta debilidad y la fallida experiencia de las conversaciones de Argel provocaron profundos y tensos debates en el seno de la banda que se cuestionó incluso la conveniencia de continuar utilizando la violencia.

Fruto de esta etapa es la nueva estrategia, que sus ideólogos denominaron "Alternativa democrática", y que la banda hizo pública en 1995. ETA ha renunciado a la negociación con el Estado español para forzar un acuerdo que considera imposible y ha optado por buscar el pacto entre los nacionalistas para imponer por la vía de hecho la autodeterminación de "Euskal Herria", término que cobra fuerza con Antza. La forma de poner en práctica esta nueva estrategia está contenida en las ponencias Txinaurriak (Hormigas) y Oldartzen (Acometiendo), que consagran la "socialización del sufrimiento".

El asesinato del concejal donostiarra del PP Gregorio Ordóñez, en enero de 1996, supone el arranque de esta nueva ETA, dirigida ya con mano firme por la oficina política de Mikel Antza. Mientras, se intenta desestabilizar al Estado con atentados muy selectivos (Aznar, el Rey, Tomás y Valiente), en las calles de Euskadi se pone en marcha una política de agitación y presión que alcanza también a las sedes de partidos nacionalistas, y el uso intensivo de la kale borroka, ideada ya en tiempos de Alvarez Santacristina, Txelis, pero dirigida más a perseguir y amenazar a los partidos no nacionalistas.

El Pacto de Lizarra

Esa ofensiva despiadada, que llega a su cenit con el secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco, consigue su objetivo de romper la unidad de los demócratas, representada en la Mesa de Ajuria Enea. Mikel Antza consiguió en enero de 1998 entrevistarse en Bruselas con el entonces eurodiputado del PNV, Josu Jon Imaz, para transmitirle la pretensión de la banda de negociar un acuerdo entre nacionalistas. Ese mismo verano, los interlocutores de PNV y EA sellaron el pacto que culminaría en el Pacto de Lizarra. Se ponían así los cimientos para la ansiada "construcción nacional", cuya máxima expresión sería la posterior constitución en Pamplona de Udalbiltza, la asamblea de cargos electos nacionalistas que representaba a los siete territorios históricos de Euskal Herria a ambos lados de la frontera.

El periodo de tregua fue el momento culminante del liderazgo de Mikel Antza en ETA, al poder ofrecer resultados concretos de sus planteamientos teóricos. Pudo paladearlo en el encuentro secreto mantenido en mayo de 1999 en Zúrich con los tres representantes del Gobierno enviados por José María Aznar para pulsar las intenciones de la banda. En esa entrevista con Javier Zarzalejos, Ricardo Martí Fluxá y Pedro Arriola, en la que estuvo acompañado de Belén González Peñalva, una histórica etarra, Albizu se mostró displiciente y chulesco, según trascendió.

La ruptura de la tregua en 1999, seguida de una brutal campaña de asesinatos, dejó a Mikel Antza en minoría en la dirección de ETA. Sin embargo, las sucesivas caídas de los jefes procedentes de la kale borroka y la fuga de Josu Ternera, que vuelve a la clandestinidad desde el Parlamento vasco, refuerza a Antza en la oficina política, que compensa con golpes de efecto mediático el debilitamiento de la organización por los golpes policiales. De hecho, ambos fueron los interlocutores del líder de ERC, Josep Luis Carod Rovira, en la polémica entrevista de enero pasado en Perpiñán, que dio lugar, a que días después, ETA anunciara una suspensión de los atentados circunscrita a Cataluña.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_