El regreso de Amalia Avia
La pintora, compañera del artista Lucio Muñoz, expone algunas de sus mejores obras en el barrio de Salamanca
Amalia Avia (Santacruz de la Zarza, Toledo, 1930) vuelve a colgar sus óleos sobre tabla en una galería del barrio de Salamanca. La exposición muestra que esta heredera de la llamada Escuela de Madrid, nutrida desde principios de los años sesenta del siglo XX por los mejores pintores del centro del país, muchos de ellos manchegos, sigue viva y pujante tras superar la depresión posterior a la muerte de su esposo, el artista abstracto Lucio Muñoz, en mayo de 1998.
Por la misma sala pasó meses atrás Cirilo Martínez Novillo, cuya energía le hace ocultar su condición de octogenario. Martínez Novillo, que sigue al pie del cañón en su estudio, es otro destacado representante de aquel grupo de pintores que, a fuerza de sinceridad, se granjeó la fama imperecedera que sólo la honestidad laboriosa procura a quienes la observan siempre.
Es el caso de Amalia Avia, más joven que Cirilo pero legataria de una parte de su experiencia pictórica, pese a la propiedad de su estilo. Sus cuadros son resultado de un despliegue ascético de la luz y una medida lisura del colorido, expresión también de una economía de elementos matéricos cuya descarnada franqueza suele verse precedida por una mirada desde la lejanía sin distancia, bañada en esa singular ternura que se conmueve con el gozo del ser de las cosas en sí mismas. Y esas cosas acostumbran ser casi siempre, en Amalia Avia, casas, fachadas y calles de las ciudades que ha amado ya que no se puede retratar tan amorosamente la beldad de las cálidas calles de La Habana, con sus pórticos altos y sus cornisas húmedas; ni las enlozadas fachadas de Tuy o de la portuguesa y fronteriza Valença do Minho; ni los deslumbrantes chaflanes del Madrid de Tetuán o Cuatro Caminos, si tal mirada no fuera cincelada antes por afecciones tan hondas como amoríos.
En verdad, conmueve recorrer esta exposición, con apenas una veintena de óleos de Amalia Avia, por la grata intensidad de afectos que al visitante procura. Avia supera los límites de los maderámenes de sus puertas y las grafías comerciales de los rótulos que su pincel recrea, para desbrozar con dulzura el recorrido hasta la entraña misma de los elementos que configuran esos paisajes urbanos escenario de nuestras vidas. En tal nexo, Avia establece su paraje, desde cuya materialidad más ensoñable invita a despegar hacia la estrella más lejana donde el sentir late.
Amalia Avia. Pinturas. Lunes a viernes, de 11.00 a 14.00 y de 17.00 a 20.30. Sábados, sólo mañanas. Galería Juan Gris. Villanueva, 22. Hasta el día 30.
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