Satisfacción y optimismo con sombras en el sector
La 22ª Feria Internacional del Libro (Liber) cerró ayer con una valoración muy positiva: se han cumplido las expectativas. El que un país como Canadá haya querido estar presente o que Alemania haya pedido ser país invitado son buenos síntomas.
"El optimismo ha sido la tónica general de una feria en la que se ha trabajado mucho, se han iniciado muchos contactos comerciales que, probablemente, ayuden a mejorar, todavía más, si cabe, las cifras de comercio exterior de este año", afirmó ayer el director ejecutivo de la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE), Antonio María de Ávila. A fecha de agosto pasado, las exportaciones españolas habían crecido un 7,88% respecto al mismo periodo del año anterior.
El optimismo de la federación contrasta con la actitud de muchos editores que ven sombras preocupantes en Liber, en su actual formato, y que incluso se plantean su futuro. La feria, que nació con vocación iberoamericana, es más útil para las pequeñas editoriales que para las grandes, que ya están implantadas en los países de la otra orilla. A muchos medianos editores les parece demasiado alquilar una caseta en Liber para los resultados que obtienen. Y todos están de acuerdo en que es la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL), de México, la cita imprescindible de la edición y derechos en español.
La dirección de la FGEE estudia el nombramiento de un director para la feria, se celebre en Madrid o en Barcelona. Por los pasillos del Liber han circulado algunos nombres. Por ejemplo, la española Marifé Boix, responsable de prensa durante muchos años de la Feria de Francfort y actualmente al frente del Francfort electrónico; o el mexicano Sealtiel Alatriste, buen conocedor de la edición a ambos lados del Atlántico.
Babelia
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