Gargantas divinas
Pese a que las programaciones de los teatros están renovando ostentosamente sus repertorios, programando títulos infrecuentes o incluyendo algún que otro estreno; pese a que los directores de escena siguen manteniendo su preponderancia, a menudo por motivos bastante ajenos al fenómeno musical; a pesar de que muchas célebres batutas siguen sumando reclamos, son a la postre los cantantes los que el aficionado de siempre ávidamente busca cuando caen en sus manos los avances de la temporada más cercana a sus intereses.
Echando una ojeada a las propuestas de nuestros teatros líricos más representativos se puede pensar que este curso nos permitirá acceder a muchas de las gargantas más cotizadas del actual Gotha operístico. El Teatro Real entra a saco ya en octubre presentando a una de las cantantes hoy más encumbradas, la soprano norteamericana Renée Fleming (día 21), una de las voces más hermosas y exuberantes al servicio de una artista documentada, voluntariosa y seria, que brindará en concierto algunas de las heroínas que está paseando con continuados éxitos por los escenarios internacionales, entre las que no van a faltar la Blanche Dubois (de Un tranvía llamado deseo), la Rusalka de Dvorák. Esta poderosa baza sopranil inicia la senda a otras atrayentes colegas, veteranísimas como Montserrat Caballé (17 de diciembre), protagonista de otra heroína massenetiana, Cleopatra, o en plena madurez como Ana María Sánchez, una Elisabetta di Valois verdiana a considerar, que se ponen así al frente de una buena muestra de la actual cohorte de cantantes españolas que merecen la cita: María Bayo, que será la rossiniana Rosina, Isabel Rey y Mariola Cantarero repartiéndose protagonismos femeninos en la rareza de Ramón Carnicer Elena e Costantino (marzo 2005) ofrecida en concierto allá por la primavera. Dentro del amplio equipo que constituye La flauta mágica (julio 2005) sobresale otra soprano Patrizia Ciofi, que va a repetir acá los triunfos ya logrados en su Italia natal y en parte de Europa, no dando luz a la Reina de la Noche como podría permitir su portentoso registro agudo sino a la delicada Pamina, igualmente acorde con su sensibilidad y potencial patético.
Este curso nos permitirá acceder a muchas de las gargantas más cotizadas del actual Gotha operístico
El peruano Juan Diego Flórez debutará por fin en la capital en enero con una ópera completa: El barbero de Sevilla
Eva Marton y Anja Silja compartirán el infanticidio de la Sacristana en Jenufa
Barcelona será durante nueve meses la ciudad con mayores tenores por metro cuadrado
El apartado tenoril tiene un nombre que brilla con fulgores ofuscantes, el del peruano Juan Diego Flórez que por fin debuta en la capital con una ópera completa: El barbero de Sevilla (31 de enero). Su Almaviva es el mejor de la actualidad y uno de los más grandes de todos los tiempos, observación que no es nada gratuita si ya se disfrutó de él en vivo o si se escucha el registro completo de la obra recientemente publicado por Nightingale. Pero algún exquisito no dejará de lado el considerar que para aquella rareza hispanoitaliana que es Elena e Costantino se cuenta con otro tenor espléndido también de origen y corte rossinianos, Antonino Siragusa, y que uno de los Alfredos de la infaltable Traviata (marzo 2005) es José Bros.
La cuerda mezzosopranil viene destacada por dos de las grandes, que además regresan por todo lo alto, con papeles acordes con su vocalidad, personalidad y currículo: Waltraud Meier como la malvada Ortrud que engaña tan astutamente a la ingenua Elsa de Brabante en Lohengrin (febrero 2005), y Dolora Zajick que, sin duda, pondrá en pie el teatro cuando rubrique con sus soberbios do bemol agudos el O don fatale de la también malvada, pero algo menos, Eboli en Don Carlo (mayo 2005). Si aparece en un cartellone el Macbeth (estreno el 2 de noviembre) verdiano uno piensa inmediatamente en un barítono, Carlos Álvarez, cada vez más dueño de este oneroso y agradecido papel, pese a tenerlo in gola sólo desde hace poco tiempo. Álvarez encabeza la lista de varios barítonos de nivel encajados en la misma temporada: el alemán Matthias Goerne, rey del lied en uno de sus escasos roles operísticos, aparece en el estreno del curioso título de Henze La abubilla y el triunfo del amor filial (estreno el 7 de diciembre), y el inglés Simon Keenlyside, que ha elegido para su presentación un personaje italiano de la ternura y la honestidad del Marqués de Posa. Hay más estímulos madrileños: Paoletta Marrocu para una Lady Macbeth que preparó con Riccardo Muti, Ruggero Raimondi se turnará con Ildebrando D'Arcangelo en Don Basilio frente a dos Don Bartolo a cual mejor de Bruno Praticò y Carlos Chausson, Peter Seiffert es Lohengrin y Renato Bruson retorna con su apabullante Giorgio Germont.
Se hace notar una ausencia, la
de Plácido Domingo, que sí estará presente, en el Gran Teatro del Liceo que comparte muchas voces con el escenario madrileño: Caballé repite su vetusta Cleopatra, Ana María Sánchez cambia de tercio primero con Anna de Le Villi (4 de noviembre), una juvenil partitura pucciniana, y luego con una de las Elisabettas donizettianas, Carlos Álvarez se pasa a otra enorme entidad verdiana, la de Rigoletto, mientras que Dolora Zajick se toma un respiro al enfrentarse con Sara Nottingham, un rol de mezzo por debajo de sus extraordinarias posibilidades. Pero, al hilo de Plácido Domingo que regresa al Liceo como Parsifal (28 de enero), uno de sus mejores personajes de madurez, lo que llama la atención en la programación del teatro barcelonés es la cohorte de tenores reunidos para esta edición 2004-2005.
No están, por ejemplo, Roberto Alagna, ni Ramón Vargas o Ben Heppner, pero en cambio se ha logrado juntar a lo más llamativo de la tenorabilidad actual, nombres ya consagrados muchos, otros en vías de serlo de inmediato. L'elisir d'amor donizettiano, previsto para marzo, abril, mayo y junio ofrece cinco Nemorinos de difícil elección. La sólida veteranía y el lirismo sinuoso del argentino Raúl Jiménez se mide con la rabiosa juventud del italiano Stefano Secco, mientras que el mexicano Rolando Villazón, de bellísimo timbre y efervescente canto, no hará sombra al maltés Joseph Calleja, uno de los valores recientes más atractivos, ni al calabrés Giuseppe Filianoti, de minucioso bagaje rossiniano. Este Elisir va a hacer historia, porque la Cantarero, Angela Gheorghiu, Mariella Devia y la bella Elizabeth Futral se reparten a la caprichosa Adina, mientras que el petulante Belcore y el tunante Dulcamara se prorratean, entre Simone Alaimo, Alessandro Corbelli, Carlos Chausson, Simón Orfila, Jean-Luc Chaignaud o Víctor Torres y otros tantos.
Pero sigamos con los tenores liceístas. El argentino Marcelo Álvarez será el Duque de Mantua de Rigoletto (11 de diciembre), papel en el que ya ha demostrado las diferentes facetas expresivas que puede traducir desde Macerata a Covent Garden, con registas tan opuestos como Graham Vick o Nicolas Joel; otro argentino en la cumbre, el discutido pero que jamás deja indiferente José Cura se exhibe en Corrado de Il corsaro (31 de enero de 2005), la típica ópera verdiana de "tiempos de galera" que, lástima, al Liceo llega en concierto, impidiendo que el cantante se luzca como actor, una de sus indiscutibles armas; José Bros reaparece con uno de sus característicos personajes donizettianos, el de Leicester de Roberto Devereux, una parte tenoril de ondulante belcanto romántico ideal para este exquisito, sazonado y sensible intérprete; Calaf de Turandot (junio 2005), un personaje que Beniamino Gigli nunca se cansó de decir había escrito Puccini para él, fue cantado en estrenos sucesivos por tres leyendas canoras, Miguel Fleta en la Scala de Milán (25 de abril de 1926), Francesco Merli (en la Ópera de Roma cuatro días después) y Giacomo Lauri-Volpi (en el Colón de Buenos Aires el 25 de junio y en el Metropolitan de Nueva York el 16 de noviembre de aquel mismo año). Al Liceo llega este príncipe desconocido en dos voces disímiles: una más bien heroica, la del ruso Vladímir Galouzin, bien afecto al papel, y otra de mayor concentración o intimidad dentro de lo que puede dar de sí tan extravertido personaje, la del canadiense Richard Margison.
Si sumamos a toda esta rotunda nómina tenoril dos representantes muy afectos y productivos a la obra rossiniana, Charles Workman y Ricardo Botta, precisamente citados para La Gazzetta (junio 2005); si añadimos que Peter Straka no está ausente del reparto de Jenufa (mayo 2005), y si concluimos que el mezquino Shuisky de Boris Godunov (hasta el 17 de octubre) no es otro que el todo terreno, singular y siempre interesante Philip Langridge, resulta evidente que Barcelona se convierte durante nueve meses en la ciudad con mayores tenores por metro cuadrado del mundo. Pero, en justicia distributiva, y como no sólo de tenores vive el hombre (o la mujer), no se pueden olvidar estos datos complementarios: dos pesos pesados, Eva Marton y Anja Silja compartirán el infanticidio de la Sacristana en aquella citada Jenufa; Violeta Urmana demostrará ser una Kundry wagneriana de rompe y rasga; David Daniels pondrá sutilezas y detalles en el Oberón de Britten y Nina Stemme, belleza y sentimiento como Jenufa; y dos italianas, Stefania Bonfadelli y Barbara Frittoli, con sus respectivas Lisetta (La Gazzetta) y Liù (Turandot) darán que hablar y aplaudir.
Precisamente la Bonfadelli,
bella y delgada además como una modelo de pasarela, viene que ni pintada para dar credibilidad a la Amina sonambulesca de Bellini, uno de los puntos clave de la temporada bilbaína de ópera, que ya va por la 53ª edición. Una Amina que tiene al lado al dócil enamorado más convincente que desde hace lustros pisa un escenario operístico: Juan Diego Flórez (La sonnambula, mayo 2005). Estos dos intérpretes, a los que convendría añadir otras dos parejas, sentimental y artística una, Daniela Dessì y Fabio Armiliato (para el Andrea Chénier de Giordano, en abril de 2005), artística desde luego solamente la otra, June Anderson y Daniela Barcellona (para el rossiniano Maometto II, en enero de 2005), son a primera vista ya estímulos suficientes para acercarse al norte.
Un norte que, más a la izquierda encuentra en la 57ª edición operística ovetense, la del teatro Campoamor, algunos nombres ya resaltados en anteriores líneas: Mariella Devia (Lucrecia Borgia, el 17 de diciembre), José Bros (Gennaro de esa misma hermosa obra donizettiana), Richard Margison (Radamés, Aída, enero 2005), el terceto Cantarero, Barcellona y Raúl Giménez (todos juntos en Tancredi, 12 de octubre) o la eterna Anja Silja (en otro de sus desgarrados roles, donde puede compensar canto por recitado, Klytämnetra de Strauss), sin olvidar que Juan Diego Flórez se presentará en recital el próximo 24 de octubre.
Para datos más precisos de la programación, se pueden consultar las páginas web del Teatro Real, de Madrid (www.teatro-real.com); Gran Teatre del Liceu, de Barcelona (www.liceubarcelona.com/teatre_liceu.asp); Asociación Bilbaína de Amigos de la Ópera (www.abao.org/); Teatro Campoamor, de Oviedo (wise3.worldonline.es/~wbiz101094-w1/index.htm).
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