La guerra de Irak marca el primer gran debate en televisión de Kerry y Bush
El candidato demócrata lucha por dar la vuelta a las encuestas en la recta final de la campaña
Al menos 50 millones de norteamericanos pudieron ver esta madrugada -entre las 3.00 y 4.30, hora peninsular española- desde la Universidad de Miami el primer asalto entre los dos candidatos, a 32 días de las elecciones. George W. Bush llegó a la cita con una ventaja en los sondeos de cuatro a ocho puntos, y su objetivo es mantener el mensaje con el que ha logrado esa ventaja: un líder fuerte en la lucha contra el terrorismo que hará "lo que sea" por la seguridad de EE UU. John Kerry empezaba con este debate una carrera contrarreloj para cambiar el signo de las encuestas.
La meta del senador es convencer a los norteamericanos de que él también es fuerte y de que Bush no puede seguir en la Casa Blanca después de su "catastrófico fracaso" en Irak.
En la recta final de las primeras elecciones presidenciales que se celebran después de los atentados del 11-S, la seguridad es la referencia común para los dos candidatos: desde 1972 el electorado no situaba su preocupación por la política exterior y la seguridad por delante de la economía, la educación o la cobertura del seguro médico. Por eso, horas antes de ponerse delante de las cámaras, el hombre que más se jugaba anoche, John Kerry, dijo: "Puedo ser un comandante en jefe fuerte que resuelva el problema de Irak y devuelva a nuestras tropas a casa".
Kerry, acusado de débil, dubitativo y veleidoso por los republicanos, tuvo la oportunidad de llegar a millones de personas para tratar de cambiar esa imagen. En las próximas cuatro semanas y media, la única opción del demócrata es plantear al electorado sus alternativas de forma convincente, transmitir algo más que palabras y exponer su visión del equipo gobernante: "Bush y Cheney quizá crean que pueden esconder sus fracasos y librarse de no reconocer sus costosos errores, pero nosotros sabemos que la verdad les está pisando los talones".
"Lo que queremos es dejar claro a los votantes", declaró a EL PAÍS una de las portavoces de Kerry, Fabiola Rodríguez, "que tienen una opción muy clara. Pueden elegir una presidencia que suponga cuatro años más de equivocaciones, o bien conseguir que el país avance por una nueva dirección. El primer debate era sobre política exterior, y está claro que necesitamos una nueva dirección en cuanto a Irak y una nueva dirección en la guerra contra el terrorismo. Eso es lo que quiere comunicar John Kerry". En las previsiones del debate se contaba con que los candidatos expusieran sus opiniones -sin discutir entre ellos, porque las normas lo impiden- sobre la guerra de Irak y las estrategias de salida del conflicto, las amenazas a la seguridad y la política antiterrorista, los puntos calientes de Oriente Próximo y Asia, la política exterior de EE UU, su papel en el mundo y la relación con sus aliados.
Horas antes del debate, el senador acusó también a Bush de ser responsable del aumento de los precios del petróleo y pronosticó que "el barril a 50 dólares puede no ser tan malo como parece, porque los analistas nos dicen que el precio podría subir hasta los 60 dólares".
El presidente prefirió dejar los ataques contra el senador a sus portavoces, mientras él recorría una de las zonas agrarias del centro de Florida devastada por los huracanes para examinar los daños y prometer ayudas. La asesora de comunicación de Bush, Karen Hughes, insistió en la ABC en que Kerry "ha vuelto a cambiar de opinión sobre la guerra". Y Lynne Cheney, la mujer del vicepresidente, se burló en Minnesota del color moreno rojizo que luce la cara del demócrata desde hace unos días, algo que su equipo atribuye a una competición deportiva al aire libre, pero que es motivo de pullas en los programas televisivos nocturnos.
Todas las armas se utilizan ya "en una campaña que ha despertado profundos sentimientos de antagonismo", según Lewis Wolfson, profesor de la American University de Washinton, que cree que la importancia de los debates reside en que "dan a millones de personas la sensación de que conocen a los candidatos". Y eso, en principio, le va bien a Kerry: "Los debates tienden a favorece al aspirante, al outsider que entra en escena. Kennedy era un outsider, igual que Carter, que Reagan y que Clinton. Lo que mucha gente trató de averiguar anoche es un par de cosas de Kerry: saber quién es este tipo y si tiene talla de presidente, si tiene estatura presidencial". En opinión de Wolfson, "no es fácil saber si con el debate de anoche o con los dos que quedan va a haber grandes cambios; lo importante es que hubo millones de personas que pudieron cambiar de opinión sobre los candidatos".
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