El Valencia se diluye en Alemania
El cuadro de Ranieri, que tomó ventaja con un gran gol de Vicente, acaba barrido por un Werder Bremen muy ofensivo
El Valencia arrancó fulgurante y feliz como el colorido de su señera y acabó descolorido y triste. Sin fuerzas siquiera para defender el empate que acarició. Pagó su falta de fútbol y su conservadurismo, antes y después de sufrir la expulsión de Marchena, que también resultó determinante. Sobre todo porque con él el conjunto de Ranieri sí habría podido resistir la avalancha alemana. Sin él, no. El Werder Bremen le arrasó. Y resultó ser un equipo extraordinariamente ofensivo: la prueba es que jugó el último cuarto de hora con cuatro delanteros y un media punta: Micoud. Demoledor. E impuso una superioridad muy nítida sobre el Valencia, que esta vez no pudo vivir de las rentas de un gran gol de Vicente en el minuto uno.
WERDER BREMEN 2 - VALENCIA 1
Werder Bremen: Reinke; Stalteri, Schulz (Charisteas, m. 60), Fahrenhorst, Magnin; Borowski, Ernst, Micoud; Klose, Valdez y Klasnic.
Valencia: Cañizares; Curro Torres, Navarro, Marchena, Carboni; Angulo, Albelda, Baraja (Sissoko, m. 73), Vicente (Moretti, m. 78); Di Vaio (Pellegrino, m. 56) y Corradi.
Goles: 0-1. M. 1. Jugada de tiralíneas por la izquierda entre Vicente, Carboni y Di Vaio que culmina Vicente. 1-1. M. 59. Klose marca en el segundo palo rozando el fuera de juego. 2-1. M. 84. Charisteas remata en boca de gol un centro de Charisteas.
Árbitro: Michael Riley (inglés). Expulsó a Marchena (m. 54) por doble amarilla. Amonestó a Klose, Baraja, Angulo, Micoud, Klasnic, Stalteri y Albelda.
Unos 40.000 espectadores en el Weserstadion de Bremen.
Esta vez no supo defenderse el Valencia y de poco le sirvió su brillante inicio. Cuando los agudos silbidos de Carboni se oyeron perfectamente en el Weserstadion pese a los cánticos de los 40.000 aficionados locales. El lateral izquierdo italiano les va enviando información a sus compañeros a través de sus silbidos. Que se incorpora él al ataque, por ejemplo. Cuando Vicente se cosió la pelota al pie izquierdo y ascendió la banda, ya sabía que Carboni le acompañaba. Era una opción de pase, pero Vicente prefirió otra: Di Vaio, que sí abrió al extremo donde estaba llegando Carboni. Su centro raso al medio lo remachó Vicente a gol. Una acción tan sencilla como bella. Así que el Valencia, que venía crecido, se sintió en la gloria. Juntó mucho sus líneas, y Baraja lanzó un buen puñado de ataques. En casi todos se impuso Di Vaio por velocidad a la pesada defensa germana. Su disparo, sin embargo, estaba ayer encasquillado.
Y eso supuso un serio contratiempo para su equipo, que poco a poco se fue desencajando. Perdió la pelota y el sitio. Se vio sorprendido por la alineación tan ofensiva que había dispuesto Thomas Schaaf: tres delanteros (Klose, Valdez y Klasnic) y un media punta (Micoud). Nada menos. Y a medida que el francés Micoud fue entrando en contacto con el balón, los centrales Navarro y Marchena, ambos rapidísimos al corte, no dieron abasto. Llegaban delanteros por todos lados. El centro del campo era germano y Ranieri recompuso el dibujo a los 20 minutos: cambió de banda a Vicente, mandó a Angulo al centro y retrasó a la izquierda a Di Vaio. Sin éxito. Casi se diría que fue peor, pues Vicente, por la derecha, perdió la lucidez con la que había arrancado el partido por su lado. Y Baraja empezó a dar brazadas: estaba incómodo con el nuevo esquema. Enfadado. Perdió la jerarquía de los primeros minutos y limitó su papel a trazar pases largos, a afilar algún contragolpe improbable. No estaban contentos los valencianistas pese a la ventaja. Y con razón. El juego les había abandonado. Sólo les quedó defenderse.
Todo volvió a su posición natural tras el descanso. Vicente a la izquierda y Angulo a la derecha. Ranieri llegó a la conclusión en el entretiempo de que el remedio había resultado peor que la enfermedad. Pero el Bremen siguió apretando. La mítica superioridad física alemana tomaba cuerpo. Sus atacantes se dejaban caer a la segunda línea y, desde allí, salían disparados. Así hasta que lograron la expulsión de Marchena. Entró Pellegrino por Di Vaio y el Bremen tuvo el camino mucho más despejado. Marcó Klose después de que Pellegrino hubiera perdido su posición marchándose al lateral izquierdo. Schaaf echó más madera al dar paso a Charisteas, el héroe griego de la pasada Eurocopa, y retirar al defensa Schulz. Ya eran cinco los atacantes. Al marcharse Di Vaio, al Valencia ni siquiera le quedaba contraataque. El grandote y lento Corradi no está para eso. Cañizares atajó un cabezazo a escasos metros de Charisteas. Quedaba media hora y se antojó un infierno para el Valencia. La presión, sin embargo, se aplacó. Lo que resultó una trampa. Pues volvió a resurgir justo al final para alcanzar una victoria que el Werder Bremen siempre buscó. Y que con creces mereció.
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