El goleador que perdió la cuenta
Las estadísticas no coinciden sobre los tantos de Zarra, pero medio siglo después aún es el máximo anotador en la historia de la Liga
Ayer, hace 50 años, a media tarde, con luz natural, porque entonces al fútbol se jugaba pronto para que diera tiempo a otros placeres, Telmo Zarraonaindia, Zarra (Asua, Vizcaya; 1921), marcaba el último gol de su vida en la Primera División. El 26 de septiembre de 1954, Zarra, ya con 33 años, adelantaba al Athletic, en San Mamés, frente al Celta que dirigía otro ídolo del fútbol español, Ricardo Zamora. El privilegio de sufrir ese gol le correspondió a Dauder, un portero efímero en el equipo vigués, que acabó empatando el partido (2-2) tras igualar Olmedo el tanto de Zarra y Mauro, al final, el posterior de Artetxe.
Ya no hubo más e incluso aun hoy hay dudas sobre cuántos fueron. Es el problema de conseguir tantos goles en un fútbol de vacas gordas en el que el empate a cero significaba una herejía casi imperdonable. El Athletic le cuenta 259 goles en 279 partidos disputados a lo largo de 15 temporadas, aunque la estadística oficial le concede 251 goles en 277 partidos. Hay quien le atribuye 252. No hay acuerdo y Zarra ni se acuerda. Sabe que fueron muchos, pero jamás los contó o quizás perdió la cuenta. Nada extraño si se añaden los 81 que obtuvo en 74 partidos de Copa y los 20 que materializó con la selección española en otros tantos partidos.
Zarra: "El gol a Inglaterra fue una jugada normal en la que, simplemente, me anticipé a la decisión del portero Williams y logré marcar"
Mauri: "Era un delantero enérgico, terrible, y tuvo la suerte de contar con dos extremos magníficos, Iriondo y Gaínza, que le ponían centros espléndidos"
"Da igual; fueron muchos, muchos, porque tenía una facilidad asombrosa para hacer goles", recuerda Mauricio Ugartemendia, Mauri, el de la famosa media con Maguregui, que tomó la herencia simbólica en el Athletic de la delantera mítica (Iriondo, Venancio, Zarra, Panizo y Gaínza). "Era un delantero muy enérgico, terrible, que además coincidió con dos extremos fantásticos, Iriondo y Gaínza, que ponían unos centros espléndidos", añade Mauri; "algunos decían que era torpe con los pies, pero también consiguió muchos con las dos piernas. Creo sinceramente que ha sido el mejor rematador que ha habido en el fútbol español y uno de los mejores a nivel mundial".
De hecho, la gloria de Zarra se agrandó con su gol a Inglaterra, en el Mundial de Brasil de 1950, que provino de un fallo de Basora en el centro y una anticipación de Zarra a la salida del guardameta inglés, Bert Williams, y que echó a Inglaterra del torneo. Zarra, considerado como "la mejor cabeza de Europa después de Churchill", marcó con el pie y Williams un modesto guardameta del Wolverhampton Wanderers, pasó a la historia de España, del Athletic y de Zarra. Por todo ello, el Athletic le invitó a su Centenario como un miembro más del club. Williams, nacido en Bradley, un año después que Zarra y que prefirió el Wolver al Chelsea porque su esposa, Emily, deseaba quedarse en la zona, pasó a la historia del fútbol español por el gol de Zarra y a la de Inglaterra por su rapidez en padecer su primer tanto: 28 segundos tardó en ir a recoger el primer balón a la redes en su debú con Inglaterra, que acabó ganando 3-1, contra Francia. Sin duda, eran dos tipos rápidos.
Zarra había tardado exactamente 17 minutos en marcar el primer gol de su historia en el debú con el Athletic frente al Valencia. El segundo lo consiguió cuatro minutos después, aunque luego otros dos ilustres, Mundo y el ex rojiblanco Gorostiza, Bala Roja, igualaron el resultado. Toda una predestinación. Idéntico resultado para ambos partidos y apenas un minuto de diferencia entre el primero y el último.
Nada extraño en un Athletic visceral: "Siempre salíamos en tromba y solíamos marcar pronto", advierte Mauri, que recalca que el equipo bilbaíno "jugaba como ahora, en bloque hacia adelante y hacia atrás". Un bloque poderoso y directo al choque, llegado el caso: "¿Hay que ver qué peleas tenía yo con Arzak, del Sevilla! En una jugada, el árbitro vino a reprendernos por habernos enzarzado en el suelo y recuerdo que le dije: 'Vale, vale, pero a la siguiente a ver quién vive".
Zarra iba a lo suyo y la única expulsión de su vida fue el fruto de una broma en la final de Copa de 1944 contra el Valencia: "El juego estaba parado tras un barullo. Álvaro estaba en el suelo y un compañero me dijo en broma que le pisase. Yo hice, en broma, ademán de hacerlo, pero Escartín me vio y... a la caseta". Nunca más volvió a ocurrir, aunque a Mauri no le extraña "porque es muy bromista. Yo, que era un chaval cuando coincidí con los míticos, me llevaba muy bien porque congeniábamos fácil: ellos eran muy bromistas y yo muy dicharachero. Así que nos hacíamos gracia mutuamente".
Zarra acumuló éxitos como jugador, especialmente en la Copa, que consiguió en cuatro ocasiones, y el Trofeo Pichichi, que le galardonó seis veces como máximo goleador de la Liga. Aún hoy, tiene el mejor registro general del campeonato, una clasificación difícil de serle arrebatada. Entre los 20 máximos goleadores, sólo Raúl sigue en activo con 167 goles. Quien sí consiguió igualar uno de sus éxitos, mayor número de goles por temporada, fue el mexicano Hugo Sánchez, que en la temporada 1989-90 consiguió 38 goles, los mismo que Zarra en la 1950-51, pero en 36 partidos frente a los 30 del rojiblanco.
Aun así, Zarra que vive su retiro en la localidad riojana de Ezcaray, siempre ha minimizado sus éxitos: "El gol a Inglaterra fue una jugada normal en la que simplemente me anticipé a la decisión del portero". "Los goles no fueron ni muchos ni pocos, creo que unos doscientos", afirmaba en una entrevista concedida a los alumnos de un centro escolar.
Con el modernista Fernando Daucik en el banquillo vivió sus últimos seis partidos en el Athletic. El último, como un homenaje a la heterodoxia, lo disputó contra el Hércules con la camiseta número 10 a la espalda. Todo un atisbo de cambio. El venerado 9 que se reservaba a las figuras de la época daba paso al ilustre 10 de los tiempos modernos. Ambos los vistió Zarra antes de jugar dos años más en el Indautxu y el Barakaldo desinteresadamente. En el Athletic cuando más cobró fueron 825.000 pesetas para cinco años. Con los ahorros montó tiendas de deporte junto a Iriondo. Hasta en eso coincidió con Williams, su buena sombra.
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