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Crónica:FÚTBOL | Quinta jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

Rugió el león

El Madrid se ablanda ante un Athletic que mostró todos los signos que le han hecho único

Santiago Segurola

No les llamaron leones por nada. Una vez fue el equipo que representó como ninguno una manera de jugar que parecía relacionada con la fuerza de los elementos, un juego sencillo y vibrante que resultaba abrumador para los rivales, impresionados por una intensidad más cercana a la electricidad que a cualquier otra cosa. Nunca el más exquisito de los equipos, así construyó el Athletic su leyenda, ahora debilitada por años de frustraciones. Pero en su alma permanece la vieja llama que conecta a este Athletic irregular, tantas veces decepcionante, con la historia que forjaron Belauste, Cilaurren, Gainza, Dani y Goikoetxea. En una noche memorable para la hinchada, San Mamés fue escenario del vendaval que protagonizó su equipo frente al Madrid, inerme durante gran parte del encuentro, condenado a uno de sus típicos calvarios en Bilbao. El Athletic le arrolló en un partido que remitió al mito que hizo bandera del vértigo.

ATHLETIC 2 - REAL MADRID 1

Athletic: Aranzubia; Iraola, Murillo, Prieto, Del Horno; Orbaiz, Gurpegui; Etxeberria (Casas, m. 90), Yeste (Arriaga, m. 85), Ezquerro (Jonan García, m. 69); y Urzaiz.

Real Madrid: Casillas; Salgado, Helguera, Samuel, Raúl Bravo (Roberto Carlos, m. 60); Celades, Beckham (Morientes, m. 60); Figo, Raúl, Guti; y Ronaldo.

Goles: 1-0. M. 12. Del Horno centra desde la izquierda, Raúl Bravo mide mal el salto, Urzaiz controla y bate a Casillas. 2-0. M. 45. Ezquerro cabecea desde cerca un centro de Del Horno.

2-1. M. 51. Taconazo de Guti que recoge Raúl y marca con la derecha desde el borde del área.

Árbitro: Fernández Borbalán. Amonestó a Luis Prieto, Urzaiz, Etxeberria, Orbaiz, Casillas, Celades, Figo y Salgado.

Unos 45.000 espectadores en San Mamés.

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Enredo de laterales zurdos

Apenas sostenido por Figo durante el primer tiempo, el Madrid tuvo que esperar a Guti y Raúl para pretender, sin ningún éxito, equilibrar un partido que recordó a tantos duelos clásicos en San Mamés. Cualquiera que sea el estado de los dos equipos, la historia pesa decisivamente en estos encuentros, como si el tiempo se detuviera para enfrentar dos maneras de interpretar el fútbol: el Madrid cosmopolita, cargado de títulos y de jugadores de clase, y el Athletic singular, último bastión de un modelo que no existe más en el mundo. Por eso cada uno de estos duelos trasciende lo cotidiano de la Liga. Cada partido, por bueno o malo que sea, es un mundo de matices y metáforas, de lo extraño que resulta el vínculo entre dos equipos que se encuentran en las antípodas. Pocas veces como ayer se observaron todos estos aspectos.

El tanto de Raúl, un golazo precedido por un pase prodigioso de Guti, sacó al Madrid del marasmo, pero no evitó su inferioridad frente al viejo rival. El Athletic se recuperó y regresó al exuberante juego que desplegó durante el primer tiempo. La hinchada se entregó al equipo con la pasión que convierte San Mamés en un campo maravilloso. La primera media hora fue un aplastante ejercicio de velocidad, precisión y el punto de fanatismo necesario para no desmayar en ningún instante. Por todas partes surgían camisetas rojiblancas para cortar el juego, para mover instantáneamente, para empujar al Madrid contra su portería. Y si es cierto que el Athletic nunca ha sido un equipo de exquisitos, también es verdad que su leyenda está unida a algunos de los jugadores con más clase en la historia del fútbol español. Ahora tiene a Yeste, que levanta tanta admiración como rechazo. Jugador de clase excepcional, su relación con el fútbol es desesperante por impredecible. Capaz de actuaciones impresionantes, y ésta frente al Madrid fue una de ellas, tiende a administrar su talento con usura. Algún día, seguramente en el ocaso de su carrera, tendrá que asumir la magnitud del desperdicio.

Alrededor de Yeste, el Athletic encontró todas las condiciones para barrer al Madrid. No fue un caso de empuje sin claridad. El Athletic jugó con ideas y grandeza, con un aprovechamiento máximo de los costados. Llegó en tromba y encontró el primer gol muy pronto, tras un error clamoroso de Raúl Bravo, que se desacreditó en la jugada. El centro de Del Horno era tan sencillo de despejar que nadie entendió la pasividad del lateral madridista, que saltó como un juvenil. Urzaiz controló la pelota y la clavó en la red. El Athletic era un huracán. Del Madrid no había noticias. Ni tenía juego, ni lo intentaba. Gente como Beckham se borró del partido flagrantemente. Sólo Figo tenía la entereza para resistirse a la aplastante autoridad del Athletic, donde los jóvenes funcionaron con una eficacia inusual y los veteranos ofrecieron su mejor versión, que en el caso de Urzaiz es letal para el Madrid en San Mamés. Su poderío en el juego aéreo no encontró respuesta en la defensa madridista, donde Raúl Bravo volvió a protagonizar un error decisivo en el segundo gol. Saltó pero no compitió con Ezquerro, que ganó el cabezazo y marcó.

Algo parecido a un espejismo se produjo en el arranque del segundo tiempo, que no sirvió para invertir la tendencia del encuentro. El Athletic desplegó la misma energía de la primera parte, excesiva frente a este Madrid convaleciente. Probablemente sus problemas son de mayor calado que las dudas en el comienzo de la temporada. Es un equipo con defectos estructurales en la composición de la plantilla, dañada por la falta de equilibrio entre las líneas. No tiene gente de talla en el medio campo. Celades es un recurso demasiado circunstancial para un equipo que necesita letristas de talla en esa zona capital del campo. Beckham se estrelló. Fue sustituido, y a nadie le extrañó. El Madrid ni tan siquiera pudo beneficiarse del estímulo del gol de Raúl. El tanto no modificó la historia de un partido que regresó de nuevo donde el Athletic lo había dejado: al juego que caracterizó los mejores años de su historia, los que construyeron el mito del equipo arrollador.

Raúl, desolado mientras los jugadores del Athletic festejan su primer gol.
Raúl, desolado mientras los jugadores del Athletic festejan su primer gol.EFE

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