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FÓRUM DE BARCELONA | Observatorio
Columna
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La herencia del fin de fiesta

A nadie ha de escandalizar que Carlinhos Brown atraiga a más público que Mijail Gorbachov.

En el mercado cultural el entretenimiento siempre ha tenido más gancho comercial que la reflexión, y el Fórum lo ha comprobado, pues ha tenido sus picos de asistencia más altos en la zona del entretenimiento. Dicho sea con todo el respeto a este último, que puede ser de gran calidad cultural, como en el caso de Carlinhos. El Fórum nos deja como herencia un gran capital, un capital de ideas, reflexiones y controversias sobre el diálogo intercultural, la paz y la sostenibilidad. Casi nada. Y la disyuntiva entre reflexión y entretenimiento también confirma la vigencia de la dicotomía que Walter Lippman definió como insiders/outsiders. A nadie debe tampoco sorprender que haya más insiders, o especialistas en cuestiones sociopolíticas, que no especialistas. El especialista es siempre un espécimen minoritario, y tal vez se pensó que toda nuestra ciudadanía tenía vocación de especialista sociocultural. No es así.

El Fórum debería ser capaz de transmitir su jugosa herencia cultural a los amigos de Monterrey. Salvando todas las diferencias del caso, el relevo me recuerda al exilio masivo del capital cultural republicano que se trasplantó desde 1939 a México, gracias a la generosidad del presidente Lázaro Cárdenas. El universo de ideas que fue decapitado por Franco renació y floreció en tierras aztecas, como todo el mundo sabe. Ahora, de un modo pacífico y reglado, Monterrey debería ser capaz de absorber el legado cultural que le transmitimos desde la cuenca del Mediterráneo. Con esta convicción, el fin de fiesta del Fórum resultará más dulce y podrá celebrarse con unos tragos de tequila.

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