'Paul is live!!!', de Paul McCartney
Grabado en la gira New World Tour, de 1993, este DVD presenta a un Paul McCartney exuberante, recorriendo repertorio propio -de Let me roll it a Live and let die- más 12 canciones de The Beatles y un par de clásicos de los cincuenta (Good rockin' tonight, Kansas City). McCartney está acompañado por cuatro músicos polivalentes y su fiel esposa Linda. Paul is live!!! se podrá adquirir mañana junto con EL PAÍS por 6,95 euros. Los próximos títulos de la colección se podrán, en cambio, comprar cada sábado.
Para los observadores descreídos es un misterio. No entienden lo que motiva a James Paul McCartney (Liverpool, 1942) para continuar en activo, lanzando discos y embarcándose en monumentales giras internacionales. Obviamente, no se trata de una necesidad económica: cada año, McCartney figura en la zona alta de la lista de los 500 británicos más ricos.
Siempre astuto, McCartney detectó que la verdadera mina de oro de la industria musical estaba en los derechos editoriales de las canciones: sin necesidad de fabricar nada (excepto el ocasional libro de partituras), con una mínima infraestructura, una editorial musical ingresa sin apenas gastar. Así que Paul se dedicó a comprar los catálogos de composiciones de Buddy Holly y otros ídolos suyos. Se quedó tan satisfecho que compartió su descubrimiento con Michael Jackson. El alumno resultó un pillo: se adelantó a apoderarse del cancionero de los Beatles, ignorando la furia y las quejas de McCartney.
Aparte de ese desliz, los negocios de Paul han prosperado. Hasta la empresa de comida vegetariana que su esposa Linda pensó como iniciativa proselitista resultó un éxito. Por no hablar de los inmensos beneficios que generan los constantes lanzamientos de The Beatles. Así que no, para McCartney no es asunto de dinero el mantenerse en primera línea. Más bien se trata de una vocación. Esencialmente, es un entretenedor, el equivalente musical de esos actores shakesperianos que cambian de papeles según envejecen, esos humoristas que se revelan símbolos nacionales al pasar de los años.
McCartney tiene una motivación extra. Se siente incómodo con la imagen -el beatle de peso pluma- que le acompaña desde los sesenta. Así que se protesta para que se reconozca su autoría principal en determinadas canciones del grupo de Liverpool; para romper el tópico del músico burgués, reivindica su voluntad experimental. Un talante este último que mantiene: los discos bajo seudónimo (The Fireman), las obras sinfónicas.
Los directos son, para Paul McCartney, la prueba del nueve: allí muestra su vitalidad y reivindica el legado beatle, desarrollando temas que el grupo matriz no llegó a tocar. Cuando comenzó con Wings, allá por 1972, se fue de gira clandestina por las universidades británicas, ofreciéndose a tocar ese mismo día. Ahora, claro, lo suyo son las giras potentes, concebidas al milímetro y explotadas cuidadosamente.
En la de 1993 estuvo respaldado por los guitarristas escoceses Robbie McIntosh y Hamish Stuart, más el baterista Blair Cunningham y el teclista Paul Wix Wickens (que también toca ese acordeón que da un sonido arrabalero al segmento acústico); como era habitual, su esposa Linda aportaba leves voces y teclados.
El título de Paul is live!!! hace jocosa referencia al Paul is dead (Paul ha muerto), aquella teoría de finales de los sesenta que creía haber hallado pistas del fallecimiento del músico. La realización audiovisual corrió a cargo de Aubrey Powell y Kevin Godley, que usaron técnicas de batidora: las 21 canciones proceden de conciertos en Australia, Nueva Zelanda, Estados Unidos y Francia; a las grabaciones en color se suman filmaciones de Super 8 en blanco y negro, aparte de ocasionales insertos (un vagabundo en Yesterday, bloques de texto en Paperback writer, Paul firmando autógrafos en Here, there and everywhere). Son 75 minutos de directo, más tres extraordinarios montajes finales, que resumen la carrera de los Beatles, retratan la vida familiar de los McCartney y denuncian la crueldad humana con los animales.
Babelia
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