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Columna
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La Goebbels

Miquel Alberola

Genoveva Reig disfrazó ayer su fulminación en la dirección de Canal 9 como una dimisión, que es el último cigarrillo consentido en los paredones políticos antes de que el pelotón proceda a la ejecución. Aunque, a estas alturas, la fórmula por la que se la desaloja del ente público es ya casi lo de menos, puesto que ni siquiera sirve para evitar que perciba, como si fuera una estrella mediática, los varios miles de euros con los que había blindado su salida. Lo cierto es que la rentabilizó más, dándose la satisfacción del portazo, al encadenarla como una consecuencia de la reestructuración del organigrama, que la despojaba de los atributos absolutistas que gozó desde su llegada al centro de Burjassot. Sin embargo, su suerte estaba echada, acordada con Eduardo Zaplana y bendecida en la calle Génova, pero ella no estaba en el ajo. Sufría el desamparo no sólo del Consell, al que ha maltratado sin tregua durante los momentos más estelares de la batalla interna, sino también el de su idolatrado líder, quien sólo le dio indiferencia en el último tramo y ni le ha procurado un descansadero fijo por el que transcurrir hacia la jubilación. José Vicente Villascusa salió de la casa con pájaro en mano, pero a ella, su soberbia, no le permitía negociar con quienes hace años le traían café. Ahora lo relevante es que ya no está y que su salida cierra una etapa que radicalizó el control político de la información pública. Reig, como jefa de la Brigada de Señalamiento Inmediato de Zaplana, convirtió Canal 9 en un laboratorio de manipulación y exterminio informativo que ha conducido a la cadena autonómica a su más absoluto desprestigio. Su única prioridad periodística fue siempre Zaplana. Fue su Goebbels fogueril y en su servicial paroxismo, si precisaba una imagen de archivo del Príncipe Felipe, buscaba que pasara por su lado su amo, aunque entonces no tuviera el cuerpo formateado en el gimnasio Atalanta ni la elegancia del corte de Antonio Puebla. Ahora, tras su salida, ya sólo nos cabe tirar de la cadena y esperar que Canal 9 salga del cubo de la basura en el que la metieron ella y Jesús Sánchez Carrascosa, se convierta en un instrumento al servicio de todos los valencianos y que cumpla sus objetivos fundacionales.

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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