_
_
_
_
_
CRÓNICAS DEL SITIO
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Concéntricos

A la vuelta de vacaciones te encuentras el país tan estancado como lo dejaste. De nada me ha servido volver de Italia prevenida por Gino del insaciable Pi, porque me he encontrado con una variedad mutante en mi propio centro de trabajo y antes siquiera de que el Lehendakari defienda su P.I. original ante el Parlamento Vasco.

Idoia es una profesora que arrastra el estigma de no tener la certificación de saber redactar oficios en el euskara de los anjeles (sic)- lo que la reduce a la triste condición de docente sin papeles, condenada cada año a emigrar en patera para mendigar una plaza en los pasillos de la Delegación territorial de educación.

Esta vez Idoia tenía la esperanza de que siendo la más antigua de carrera, podría elegir entre los escasos grupos de alumnos al alcance de los funcionarios enseñantes en castellano. Había estudiado a fondo las Instrucciones dictadas por la Consejera. Pero al llegar a su nuevo destino, el autoritario Director del centro tenía un plan de intervención (P.I.) en la asignación de los grupos, que no pensaba supeditar a los derechos funcionariales de una profesora residual. Para algo su Pi mutante había sido surgido de la voluntad soberana del claustro.

Mi amiga acudió a la Delegación, donde los nagusis no solucionaron su problema pero aprovecharon para contarle sus cuitas. El Departamento de educación es tan moderno que en vez de publicar los reglamentos en un boletín oficial, lo cuelga de la web ezkuntza; así se ven libres de molestas impugnaciones al introducir cambios, eso sí, en sintonía con la voluntad de los vascos y las vascas. Pero ahora algunos Directores se empeñan en no cumplir con las normas del Departamento cuando, a su juicio, no sintonizan con la voluntad de los profesores de su propio círculo de soberanía. Y los jefes de Lakua no logran hacerles entender, soberanos son ellos, que pueden colgar las normas en una web sin que los sindicatos le lleven ante los tribunales. Pero no les hacen caso; para ellos son unos ácratas.

Deduzco que el Pí no sólo tiende a infinito de manera insaciable, sino que también le salen crías mutantes hacia adentro de sí mismo, lo mismo que a un tiranosauro Rex de película de miedo.

Han conseguido la cuadratura del círculo. A la soberanía perfecta y circular de la comunidad nacionalista se le inscribe un cuadrado institucional donde "cuadran" los beneficios de los partidos que sustentan el gobierno. Para ello sólo hay que dividir inacabablemente la circunferencia por Pí. Pero en seguida, al cuadrado le nacen otras circunferencias concéntricas tan perfectas y soberanas como la primera, que también quieren cuadrar sus balances. Y pronto cada claustro, cada alcalde y cada lehendakari de comunidad de vecinos se descubren soberanos. Tan autoritarios hacia sus subordinados como ácratas hacia sus jefes. Qué modernos que son; y qué embrollo nos espera.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_