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Reportaje:

Tañidos para la paz mundial en Alcobendas

El sonido de la campana honra cada 21 de septiembre en 17 países los valores de la no violencia y la solidaridad

Como desde hace medio siglo, ayer por la mañana se oyó repicar en Nueva York la campana de la paz. El encargado de hacerla sonar fue, como cada año, el secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan, que inauguró así una serie de actos similares en ciudades como Buenos Aires, Ankara, Okinawa y Berlín, entre muchas otras. La imagen se repitió también en Alcobendas, un municipio madrileño que por extrañas razones comparte con otras 16 ciudades del planeta el privilegio de que el sonido de la famosa campana recuerde a sus habitantes, cada 21 de septiembre, los valores de la tolerancia y la convivencia entre los pueblos.

El escenario de la ceremonia fue el Jardín de la Vega, donde los asistentes -miembros de diferentes asociaciones, autoridades del Ayuntamiento y vecinos- se reunieron bajo el sol del mediodía frente a la pagoda de la que cuelga la campana.

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Allí se había congregado un grupo de niños de la escuela José Hernández, que oficiaron de maestros de ceremonias y leyeron mensajes alusivos. "La guerra siempre es mala, aunque la llamen preventiva", o bien "Las armas no pueden ayudar a los pueblos", fueron algunas de las frases que sorprendieron al público por su sencillez y actualidad.

Más tarde, el alcalde, el socialista José Caballero, se refirió a esas intervenciones diciendo que los niños son quienes más lecciones pueden dar acerca de la convivencia y el respeto a las diferencias culturales. Y como ejemplo hizo un repaso a las caras de los pequeños, muchos de los cuales eran de origen latinoamericano o de Europa del Este. Casi el 10% de los residentes en Alcobendas, con sus 98.000 habitantes, son de origen extranjero.

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Caballero se encargó de resaltar, además, su satisfacción por contar con un símbolo mundial de semejante importancia en el municipio, y agradeció a Armando Duque González, presidente de la Asociación Cultura pro Naciones Unidas, por su ayuda en la convocatoria y organización del acto.

Por su parte, Duque, que trabajó durante varias décadas como secretario de Naciones Unidas, destacó la importancia de que España oiga el repique de la campana por segunda vez, cuando hasta hace muy poco parecía casi un imposible.

Estas palabras hacían referencia al extraño peregrinaje que tuvo que sufrir esta campana antes de ser instalada definitivamente en Alcobendas.

Carmen Miranda Diñeiro fue una de las asistentes que se mostraron más emocionadas con la ceremonia. Desde un lugar muy diferente, ella sabe muy bien lo que significa pelear por la paz. Con sus 61 años, hace casi una década que forma parte de la Asociación Víctimas del Terrorismo y, desde esa organización, se encarga de brindar ayuda a las familias destrozadas por la violencia en España.

"Paz no sólo significa ausencia de guerras", explicó ayer a un grupo de personas que asistían al acto celebrado en Alcobendas. "He aprendido en estos años que la palabra paz tiene muchos significados. Parece algo lejano, pero lo tenemos muy cerca. Un día simplemente te das cuenta que la pierdes, y reaccionas".

Es que su trabajo como acompañante de víctimas del terrorismo y su cargo actual como secretaria general de la organización le han permitido hasta ahora olvidar a ratos su propia tragedia. Su marido, Ramón Navia, capitán del Ejército, fue asesinado por ETA junto a otros tres militares y un civil en un atentado con coche bomba en la plaza de la Cruz Verde, en Madrid, el 6 de febrero de 1992.

Para esta militante de la paz, lo importante es que estas iniciativas se multipliquen. "Ojalá el año que viene veamos en esta ceremonia a mucha más gente, y Alcobendas se convierta en un centro de reunión para quienes, como yo, creemos que entre todos podemos cambiar las cosas".

Mientras tanto, al otro lado del Atlántico, en Nueva York, Kofi Annan dedicaba su discurso del Día Nacional de la Paz, -que coincide con el inicio de sesiones anual de la ONU- al conflicto de Irak, y a los más de veinte enfrentamientos armados que sacuden al mundo. "Hoy escuchamos el sonido de esta campana como consuelo al contemplar las tribulaciones del año pasado, y como fuente de fortaleza al prepararnos para afrontar las pruebas que tenemos ante nosotros", declaró.

Las palabras del secretario general de la ONU y premio Nobel de la Paz en 2001 se repitieron en Japón, Alemania, Argentina, Polonia, Turquía, México, Australia, Mongolia, Brasil, Canadá, Filipinas y Ecuador.

Alcobendas también supo poner ayer, con una sencilla ceremonia y con el tañir de esta campana, el grano de arena que coloca a España en el mapa de esos países que luchan por la paz.

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