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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Malestar del Este

El caudal de descontento acumulado en Alemania del Este desbordó ayer en las elecciones de Sajonia y Brandeburgo al darle a la extrema derecha su mejor resultado en seis años y una subida a los neocomunistas del PDS. Los democristianos han perdido la mayoría absoluta en el primer land, y los socialdemócratas, pese al castigo, siguen siendo el partido más votado en Brandeburgo, pero en Sajonia no se han recuperado del varapalo de 1999. Las dos grandes formaciones han perdido votantes, y el Gobierno federal de Gerhard Schröder queda aún más debilitado, si bien el voto de sus socios verdes sube. Estas elecciones ponen de manifiesto que la división social entre las dos Alemanias se ha convertido en política.

No es casualidad que la subida de la extrema derecha, que ha perdido fuelle en la parte occidental de Alemania, se haya producido en los länder del Este, donde han sido más nutridas las manifestaciones de los lunes contra los recortes en el Estado del bienestar que lleva a cabo el canciller Schröder, con apoyo de los democristianos. La tasa de paro es allí prácticamente el doble (en torno al 18%) que en el conjunto de Alemania. Los gigantescos esfuerzos de inversión pública en el Este que han hecho los alemanes desde la unificación no se han traducido en suficiente actividad económica.

Es preocupante que de esta situación se haya aprovechado en Sajonia, donde arrebató más de un 9% de los votos, el NPD (Partido Democrático Nacional), ultraderechista, neonazi y racista, que reclama la revisión de las fronteras de Alemania y que el Gobierno no logró ilegalizar en los tribunales porque las pruebas acusatorias habían sido recogidas por agentes infiltrados. El éxito del NPD, que se apoya en la juventud rural, como el de la similar DVU (Unión del Pueblo Alemán), con más de un 6% en Brandeburgo, presagia una peligrosa radicalización de la política alemana. La subida del PDS, heredero del partido comunista que rigió dictatorialmente esa parte de Alemania durante cuatro décadas, junto a la de la extrema derecha, debe tomarse como un serio aviso.

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La extrema derecha no ha logrado nunca entrar en el Parlamento federal en la Alemania de la posguerra, y puede que el de ayer no sea más que un sobresalto, un voto de protesta. Pero Sajonia y Brandeburgo suponen más de una tercera parte de la población de la antigua RDA, y la extrema derecha está también presente en el Parlamento de Bremen. A pocas semanas de que el 9 de noviembre se cumplan 15 años de la caída del muro del Berlín, el desencanto con la reunificación es patente. La experiencia de estos tres lustros no ha cicatrizado las heridas de la separación. Y lo estamos pagando, no sólo los alemanes, sino toda Europa.

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