Los nueve espejos en que se mira Alborch
Las admira. Constituyen su espejo. Sus mujeres fetiche: combativas, autónomas, dignas de respeto. Carmen Alborch, diputada socialista y ex ministra de Cultura, ofrece los retratos de nueve mujeres de vida modélica en Libres, ciudadanas del mundo (Aguilar, 2004). Mujeres en la primera fila de la política, la ciencia o la creación artística gracias a su esfuerzo, a su intelecto o a su sensibilidad.
Libres es el tercero de sus libros, después de Solas (400.000 ejemplares vendidos) y Malas (100.000). El éxito comercial de Solas obligó aquel año a Alborch a pagar a Hacienda más de lo que solía contribuir por su trabajo como profesora de Universidad o su dedicación política. Ese espaldarazo cimentó una proyección editorial que, a pesar de implicar cierto riesgo de devaluar su trayectoria política, ha acabado redundando en ella, o al menos ha potenciado su imagen pública. "El trabajo parlamentario es mi primera obligación, pero escribir también me gusta. Aunque me cuesta mucho: sufro por cada frase y temo que quizá no se entienda lo que digo", admite.
Erradicar la misoginia y hacer visibles a mujeres dignas de respeto son algunos de los objetivos que Alborch se propuso al escribir este libro
Al abordar este último libro partió de una lista de ochenta. "Una serie de casualidades y coincidencias determinó la selección definitiva", afirma. En la elección de Marina Silva contribuyó su interés por reflejar el Gobierno de Lula; la muestra en el MACBA de Adrian Piper, a quien Alborch seguía desde su etapa en el IVAM, confirmó su inclusión; la concesión del Nobel de la Paz a Shirin Ebadi fue la oportunidad para asomarse al mundo islámico y el incipiente pero firme feminismo de algunas de sus mujeres. El resto salió solo: Mary Robinson es un referente político clásico para ella; Marilyn Waring le era familiar, ya que suele citarla en sus conferencias.
Primar la identificación
"Sus méritos son inequívocos. Lo que he hecho es expresar mi reconocimiento", declara la autora. Sólo conoce personalmente a Mary Robinson y Vandana Shiva, la defensora del ecofeminismo, pero ha buceado en sus vidas documentándose con pasión. Al abordar una biografía surge el juego de las identificaciones y de los rechazos o antagonismos, pero en Alborch prima la identificación. "¿Cómo no admirar a Michelle Bachelet, la ministra de Defensa chilena? Su padre fue torturado en la etapa de Pinochet y ahora ella cree en la democratización de las Fuerzas Armadas. Representa la superación del rencor", argumenta. "En estas mujeres, además, se entrelazan lo público y lo privado, y son una demostración palpable de cómo la política incide en nuestras vidas. Si hemos alcanzado unas cotas de libertad estimables, somos dueñas de nuestro propio cuerpo y podemos conciliar la vida familiar y profesional, es porque la política está yendo en esa dirección", declara. Hay también una coherencia entre su vida pública y privada. "La presencia de Alice Walker y de Shirin Ebadi permite introducir el debate sobre la mutilación genital o el uso del velo", añade.
Alborch parece conocer el arte de la comunicación. Sus gestos y su mirada se anticipan a la palabra, hablan por sí mismos. Su rostro, llamativo como el de una folclórica, ha logrado, gracias a una estudiada apariencia y a su declarado culto a la moda, ser reconocido más allá de la política. No hay que olvidar, sin embargo, que para Alborchla apariencia es mera representación. "Lo que importa es hacer. Una es lo que piensa y lo que hace", afirma. No en vano ha denunciado el común error masculino de definir a una mujer por su aspecto, un reduccionismo que equivale a "una devaluación".
La ausencia de españolas en Libres provoca esta respuesta: "Qué duda cabe que tenemos a científicas como Margarita Salas, escultoras como Cristina Iglesias, políticas como Manuela de Madre o pensadoras como Amelia Valcárcel, pero he perseguido la multiculturalidad". Son mujeres esforzadas "que ofrecen alternativas políticas y vitales que creo que interesarán también a los hombres. Sus biografías son sólidas: están libres de esas sospechas masculinas que en el fondo no son más que expresiones misóginas: '¿de dónde vendrá?, ¿por qué le habrán dado este cargo?', una desconfianza que nos obliga, incluso a mujeres con currículos consolidados, a tener presente siempre nuestra trayectoria", continúa. Por otra parte, "a excepción de Rita Levi-Montalcini, son todavía jóvenes, a las que podemos acompañar en su evolución", observa.
"Erradicar la misoginia y hacer visibles a mujeres dignas de respeto", son algunos de los objetivos que Alborch se propuso al escribir este libro, inicialmente concebido como parte de un trabajo para televisión: un día en la vida de estas mujeres singulares. "Un trabajo audiovisual que quizá se lleve a cabo", anuncia.
Después de analizar la rivalidad entre mujeres, junto con su reverso, la complicidad, en Malas, Alborch ofrece ahora "otra mirada". Y otras miradas, las de las mujeres retratadas. "Frente al dilema de si el poder nos masculiniza, trayectorias como las de Robinson o Waring nos hacen ver que en absoluto tenemos por qué. O no siempre. Sin caer en el mimetismo o en la imitación, estas mujeres nos hacen vernos de otra manera y nos ayudan a visualizar a otras igualmente valiosas", sostiene.
La diputada socialista está satisfecha de su labor divulgativa. Aunque se siente una francotiradora dentro de la literatura, en Libres el estilo ha mejorado. "Una va aprendiendo y mi editora me ha ayudado mucho", dice . "Divulgar es democratizar. Considero útil tender puentes entre el saber de mis amigas filósofas y lo cotidiano o lo político". Lo que no sabe es si sus lectores la votan. "No siempre coinciden. Hace poco, una azafata me dijo que, aunque no nos votaba, leía mis libros". A la autora le gusta el contacto con los lectores, esas peticiones de dedicatoria que hacen fluir comentarios y relecturas: "En un libro hay muchas voces". Sin duda, la escritura la ha enganchado: "Me gusta estudiar y disfruto con ese tipo de soledad que te permite retirarte a escribir", reconoce. ¿Pondrá alguna vez la mirada en los hombres? Quién sabe. "En el fondo, siempre que hablamos de las mujeres hablamos de los hombres. Y viceversa".
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